I My way
Ella, elle l'a, la famosa canción interpretada por France
Gall, es una especie de
homenaje a Ella Fitzgerald, una cantante de los años 50 y 60 relacionada
con el jazz…
Es como una alegría, como una sonrisa
C'est
comme une gaieté, comme un sourire
algo en su voz
que parece decirnos “ven”
Quelque chose dans la voix
qui paraît nous dire "viens"
que nos hace sentir extrañamente bien
Qui
nous fait sentir étrangement bien
Es como
toda la historia de la gente negra
C'est
comme toute l'histoire du peuple noir
que se balancea entre el amor y la
desesperación
Qui se balance entre
l'amour et l'désespoir
algo que danza en ti
Quelque chose qui danse en
toi
Si lo tienes, lo tienes
Si tu l'as, tu l'as
Ella lo tiene
Ella, elle l'a
ese no sé qué
Ce je n'sais quoi
que otros no tienen
Que d'autres n'ont pas
que nos pone en un estado de felicidad
Qui nous met dans un drôle
d'état
Ella lo tiene
Ella, elle l'a
esa especial voz
Cette drôle de voix
esa
particular alegría
Cette drôle de joie
ese don del Cielo que la hace hermosa
Ce don du Ciel qui la rend
belle
…
Ella tiene
ese pequeño suplemento de alma
Ce
tout petit supplément d'âme
ese
encanto indefinible
Cet
indéfinissable charme
esa pequeña llama
Cette
petite flamme
tocando tambores o pianos
Tape
sur des tonneaux sur des pianos
lo
que Dios pueda poner en sus manos
Sur tout ce que Dieu peut
te mettre entre les mains
muestra tu risa o tu pena
Montre ton rire ou ton
chagrin
Pero aunque no
tengas nada, puede que seas rey
Mais que tu n'aies rien,
que tu sois roi
aún buscas los poderes que duermen en ti
Que tu cherches encore les
pouvoirs qui dorment en toi
ves, eso no se compra
Tu vois, ça ne s'achète pas
Cuando lo
tienes, lo tienes
Quand tu l'as, tu l'as
Ella lo tiene
Ella, elle l'a
ese no sé qué
Ce je n'sais quoi
que otros no tienen
Que d'autres n'ont pas
que nos pone en un estado de felicidad
Qui nous met dans un drôle d'état
Ella lo tiene
Ella, elle l'a
…
Está claro que la canción habla de un don
particular… Pero… pero… acaso aquello de “esa pequeña llama / ese encanto indefinible
/ ese don del Cielo” pueda aplicarse a algo que tiene que ver con cada
uno de nosotros…
En primer lugar, hay que decir que lo mismo que France
Gall dice sobre Ella Fitzgerald
bien podría aplicarse a ella… A ella y a la canción, porque resulta realmente encantadora…
tan encantadora como France misma…
Y es más que razonable entender que eso mismo
pensaba su esposo, el autor de la canción, Michel
Berger.
Pero antes de formar su familia, France
había tenido alguna historia. De muy jovencita se enamoró de otro músico
llamado Claude François, el cual abandonó a su mujer e hizo pareja con ella.
La relación tuvo sus idas y venidas y finalmente se separaron. Él, entonces, le
dedica una canción llamada “Comme d'habitude”.
Como de costumbre me despierto y estás dormida… Como
de costumbre te tapo por temor a que tengas frío… Como de costumbre salgo en
silencio, tomo un café y me voy… a hacer mi papel, a sonreír y simular… Como de
costumbre el día está gris y frío… El día pasará y volveré… Como de costumbre
tú habrás salido… y enjugaré mis lágrimas en soledad… Como de costumbre,
incluso en la noche voy a simular… pues volverás… ambos fingiremos… [simulando
que está todo bien…]
Se ha dicho que es una canción triste… Puede que
sea mucho peor que eso... porque muestra una decepción aun mayor que aquello de
Julio Iglesias en un reportaje: “todo
lo que se puede comprar es barato, y nada de lo que se puede comprar te da la
felicidad”… Lo cual es una amarga y tangible comprobación de que el
dinero no da la felicidad…
Pero en “Comme
d'habitude” no se está hablando
de dinero, se está hablando de amor… Y las canciones de amor, es cierto, suelen ser tristes, porque suelen ser
sobre la amada ausente… Sin embargo, dan
por sentado que la felicidad está… está allí donde está la amada, aunque en ese momento esté ausente...
incluso aunque la amada haya sido perdida para siempre…
Pero esta canción nos arroja en la cara que la felicidad no está, al menos en su caso,
aun teniéndose ellos el uno al otro, siendo jóvenes, bellos, exitosos,
talentosos...
“Comme d'habitude” fue una canción famosa en Francia… pero después vino
otro músico, Paul Anka, que la adaptó
al inglés y fue así conocida en el resto del mundo… pero lo hizo a su manera… tan a su manera que el
título que le puso es “My way”. “A mi manera”. Y la letra
es otra, completamente distinta.
Es, efectivamente, la famosísima canción que cantaba Frank Sinatra…
"My way" no es una canción triste. En absoluto.
Habla en
primera persona y trata de alguien mayor que se ufana de haber vivido “a su manera” y se planta ahí como para
que lo aplaudan.
Y uno podría aplaudirlo sí… pero solamente después de muchos "depende"… Es decir, haber vivido “a su
manera” no es en sí mismo un mérito… porque depende de cómo haya vivido, de
cuál haya sido ese “a su manera”. Así que podríamos entender que hay allí una
especie de error de enfoque, o de perspectiva…
Excursus. No hay error, ni mentira, ni maldad,
completamente puros, por la sencilla razón de que son males, y el mal no puede existir solo. El mal
para existir necesita del bien, porque no tiene una existencia propia, necesita
de un bien al cual hacerle daño. El bien, por el contrario, no necesita del mal
para existir. Una mesa, por ejemplo, puede tener un daño: un rayón, una pata
torcida… ese rayón, esa rotura, ese daño, existe en la mesa, no puede existir solo.
¿Y cuál es la verdad en la que está enquistada
esta canción? Es decir, ¿qué verdad es a la que esta canción está dañando (al estar ofreciendo una
caricatura de ella)? El hecho de que
cada uno de nosotros es un ser único
e irrepetible. Lo cual sabemos, pero puede que no seamos del todo conscientes…
No ha
habido en toda la historia, ni hay, ni habrá, otro yo. Cada uno de nosotros tiene algo exclusivo, único, para aportar al
concierto de la Creación. Y no se crea que esto deba ser algo rimbombante…
La sonrisa de una abuela puede ser una riqueza que un hombre guarde en el fondo
de su corazón hasta el fin de sus días… y hasta podría significar, ¿por qué
no?, la salvación misma de su alma…
Tal vez "My Way" deba a esto su éxito: a que
todo aquel que la escucha se siente más o menos representado… porque cada uno vive, o trata de vivir, como
quiere, o como puede… como lo dejan...
Y esto puede traernos a la mente la idea de que lo que vivimos, es decir, las circunstancias
en las que nos movemos, no sea otra cosa que el resultado de que cada una de
las personas que nos rodean viven, o tratan de vivir, a su manera… al igual que uno… Y de ahí todo lo que
vemos, coincidencias o choques de intereses, acuerdos, desacuerdos, etc., etc.
Puede traernos también a la mente la idea de que
la situación histórica en la que vivimos
no sea otra cosa que el resultado de
que cada país, cada sociedad vive,
como puede, “a su manera”, buscando sus
propios intereses y conveniencias… de lo cual surgen las alianzas o
conflictos que hay entre los países, sociedades, etc.
II ¿Tiene la historia algún
sentido?
Y puede traernos a la mente también la idea de
que toda la historia es, en
definitiva, el resultado de eso.
Uno entonces podría preguntarse: ¿a dónde va
todo esto que vemos? ¿En qué va a terminar?
La pregunta tiene que ver, claramente, con la
siguiente: ¿tiene la historia algún
sentido (en el sentido de “dirección”)?
Por otro
lado (otro pequeño y necesario excursus), hay que notar que hay en cada
ser humano un anhelo inconfesable. Todos
podemos admitir que queremos ser felices… Sí, pero lo que no decimos es que lo
que verdaderamente anhelamos es una
felicidad completa y sin término… Nada menos que eso nos satisfaría.
Alguien
podría pensar que esto es una exageración. Pero pongamos por caso que
apareciera un ángel y nos dijera “vas a ser feliz durante un año” o incluso
“diez años”, no importa... Lejos de ser una buena noticia, uno preguntaría —casi
con desesperación— “Ajá, ¿y después?”
Ese
anhelo es un dato que hay que tener en cuenta, porque no se trata de algunas
personas, o de algunas comunidades… se trata de un dato de cada una de las
personas que han vivido, viven, o vivirán en este mundo.
Bien. No se puede necesitar lo que no existe.
Alguien ha dicho que “necesitar algo” no demuestra nada, porque uno podría
estar en el medio del mar, necesitar comida y, sin embargo, no obtenerla y
morir de hambre... Es obvio que la necesidad no garantiza la obtención de lo
necesitado. Pero esa necesidad de alimento implica que, en algún lugar, existe
algo que se llama alimento...
Pero volvamos a la pregunta: ¿tiene
algún sentido la historia?, ¿va hacia algún lugar?
Aquí básicamente, y aparentemente, hay dos
respuestas posibles: la del pesimista
y la del optimista.
La respuesta del pesimista es que, en definitiva, la historia no va a ningún lado,
que todo es un sin sentido: todos y cada uno de los seres humanos andan toda la
vida persiguiendo sueños imposibles hasta que, finalmente, perecen con sus
fracasos, o supuestos triunfos, a cuesta... Y lo mismo el mundo, que da vueltas
por el espacio cargado de todos esos seres sin sentido, hasta que algún día le caiga
un meteorito y termine con todo...
El optimista,
en cambio, va a decir que sí, que el meteorito puede ser… pero tal vez dentro
de miles de millones de años… Por otra parte, dirá “es cierto que somos
mortales, pero yo tengo fe en la
humanidad, tengo fe en el progreso,
la ciencia va a avanzar tanto que
vamos a vivir mil años, y, además, todas nuestras dolencias serán mitigadas...”,
etc., etc.
Ser pesimista es horrible… Así que uno,
evidentemente, ser pesimista no quiere…
Ahora, también es cierto que la ciencia —y la
tecnología— ha avanzado mucho… Todos tenemos constancia, en nosotros mismos o
en alguien cercano, de alguna operación o alguna intervención médica que nos ha
salvado la vida, o que, por lo menos, sin la cual no podríamos andar más o
menos bien… Y también es cierto que tenemos posibilidades de una comodidad nada despreciable…
Sí. Pero respecto de la felicidad uno podría dudar mucho de los avances… Tras la muerte
de un ser querido, o de un desengaño amoroso… ¿en qué cornos
ayuda encender el aire acondicionado? Más allá de proporcionarnos distracción,
la ciencia y la tecnología aportan bastante nada en ese sentido…
Se ha
dicho que el pesimista es un tonto
triste… y que el optimista es un
tonto alegre…
Pero si
somos creyentes no podemos quedarnos con ninguna de esas dos ideas, tenemos que traer a consideración el hecho de que
Dios ha creado todo.
Entonces podríamos traer aquí una consideración teológica del devenir de la historia
Por ejemplo, podemos ver que la historia de la Iglesia,
es decir, del Cuerpo Místico de Cristo, refleja la vida de Cristo. Refleja esos
33 años vividos por Cristo en la tierra.
Por ejemplo: Cristo nace y sufre enseguida la
persecución de Herodes y sucede aquí aquello de la matanza de los
niños, los Santos Inocentes. La Iglesia nace y enseguida sufre la persecución. Los
tres primeros siglos de cristianismo están marcados por la persecución y los
martirios. Nótese la frescura propia de la niñez en aquellos primeros mártires.
Después viene un tiempo en la vida de Cristo, del
cual se dice muy poco. Cristo
que tenía que fundar su Iglesia, y es notable que no se dedicara febrilmente a
organizar cosas, sino que vivió una vida contemplativa, pues dice el Evangelio
que crecía “…llenándose de sabiduría; y
la gracia de Dios estaba sobre Él” (Lc 2,40). Y eso
se refleja en el auge de la vida monástica en la Iglesia.
Después viene una especie de éxito (hablando humanamente) en la
vida de Cristo: sus predicaciones, los milagros, lo siguen multitudes…
Y eso se refleja en los tiempos de la Cristiandad donde no
solamente eran cristianos el papa, los obispos, los sacerdotes y los fieles…
sino también los reyes y los príncipes, es decir, quienes gobernaban... también
quienes luchaban, quienes trabajaban, todos los estratos sociales…
Un tercer brevísimo y necesario excursus: Sobre esa época, la Edad Media, hay muchas de las que Vittorio Messori llama Leyendas Negras de la Iglesia. Estas leyendas negras funcionan como acusaciones contra la cristiandad. No importa que sean verdaderas o que sean falsas, o cuánto haya en ellas de verdad o no. No importan las distinciones, no importa nada... Lo importante es que funcionen como acusaciones y sirvan para condenar a la Iglesia...
Cualquier tema que
trajéramos daría para mucho andar… Así que mencionemos un único caso a modo de
mínimo ejemplo. Santo Tomás de Aquino…
nombrarlo es a veces para problemas… porque es un teólogo de una época “oscura,
cerrada, plagada de fanatismo religioso”… Fanatismo sería quemar todos los
libros que no fueran el Corán… o quemar todos los que no fueran la Biblia… Bien, este muchacho se
puso a estudiar y a disfrutar de la filosofía de Aristóteles, que no era ni
cristiano (obviamente, 384-382 a. C.) ni del pueblo elegido…
Pero de un momento a otro el misterio de la
iniquidad que estaba latente hace su aparición. Cristo es apresado y es condenado.
No importa que las acusaciones sean falsas o verdaderas... Y con la llamada Reforma
en lo espiritual y la Revolución Francesa en lo temporal
se produce un gran quiebre en la historia de la Iglesia. A partir de ahí se
produce un largo viacrucis... en el que todas las causas cristianas tarde o
temprano van siendo derrotadas. Pasó con La Vendée en Francia, con los Cristeros
en México... En la actualidad seguimos siendo derrotados con todo éxito, por
ejemplo, en la causa del aborto, y por ejemplo también, con no poder decir
ciertas verdades… ni siquiera en los lugares donde esas verdades deberían ser
dichas...
Seguir haciendo el paralelismo implicaría hablar
de la muerte de Cristo y de que la Iglesia sea finalmente hecha a un
lado... Y, más todavía, hablar de la Resurrección y de la Ascensión
de Cristo a los Cielos y del tiempo ocurrido entre ambos hechos... Lo
que significaría hacer un paralelismo con la Segunda Venida de Cristo
y demás acontecimientos parusíacos...
Y temo que suceda aquello de cuando Pablo estaba
predicando a los griegos y en un momento empezó a hablarles de la resurrección
de los muertos… entonces los tipos le dijeron “Bueno, flaco, hasta ahí te escuchamos. De eso te veremos hablar otro
día.”
De todas maneras no dejo de mencionarlo, por supuesto…
Pero sé que termina siendo ciencia ficción si uno no tiene una
fe asentada...
Lo mismo sucedería si habláramos de las cartas a
las siete Iglesias del Apocalipsis, donde cada Iglesia representa a la Iglesia
en una época determinada de la historia.
III Look at the world
No vamos
a dar por hecho que todos creemos en Dios, así que vamos a tomar en serio
este asunto.
Si miramos a nuestro alrededor vemos que en todo
hay un diseño, desde lo más pequeño,
como una célula, una molécula o un átomo, hasta lo más gigantesco, como los planetas
y sus órbitas, el sistema solar...
Si podemos decir en qué fase estará la luna
dentro de 148 días es porque el movimiento de los astros es susceptible de ser
representado a través de un modelo matemático.
Y eso sucede en la naturaleza, las cosas no
proceden de un modo caótico, sino que, claramente, siguen ciertas leyes, como
por ejemplo, la gravedad, la inercia...
De manera que es perfectamente racional concluir que hay una inteligencia detrás de
esto... Una inteligencia inmensa,
es decir, no mensa, no mensurable... es decir, sin medida...
Hay a
esto una objeción materialista. Y es
que todo lo que vemos se podría interpretar meramente como una combinación
determinada de átomos. Solo se trata de materia, los dados cayeron de esta forma.
A esto
podemos responder que, de la misma manera, “El
Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha” podría interpretarse meramente
como una combinación de 28 símbolos,
que son nuestras letras… Bien. Podríamos ir con una bolsa de fideos de letras a
un segundo piso y arrojarla desde allí una, cien, mil veces… Podríamos estar
miles de años arrojando la bolsa y jamás
saldrá escrito de principio a fin el libro “El ingenioso Hidalgo Don Quijote de
la Mancha”.
Es que
esas letras forman palabras, y esas palabras nos están
relatando unos hechos, nos están
describiendo personas con sus personalidades, etc., etc....
Cualquiera puede darse cuenta, aunque no tenga ni la menor idea de quién fue
Cervantes, de que hubo algún tipo alguna vez que pensó esa historia, y la contó
con palabras que son formadas por letras...
Por otra
parte, podemos ver que el universo, o al menos nuestro mundo,
no es simplemente una maquinaria en funcionamiento… No hay detrás de esto
meramente una inteligencia con conocimientos de matemática, mecánica, física,
química... Basta mirar un atardecer y contemplar la infinidad de matices que
hay allí… No importa que tengan una explicación física, no importa nada acerca
de la refracción y demás datos…
Hay algo de inexplicable en la belleza siempre cambiante de los
atardeceres... Basta mirar a los ojos, basta mirar los rostros... Hay algo de poético en todo… de manera
que es razonable pensar que hay un alma
de artista en quien ha hecho todo esto...
Bueno, hasta
el momento esto no nos garantiza nada… Puede haber personas con un gran sentido
estético y con una gran inteligencia y que sean, de todas maneras, verdaderos
miserables...
Pero hay algunas cosas más para considerar. Hay
una porción del universo, al menos
de lo que conocemos, que ha sido preservada…
como cuidada especialmente. Hasta
tal punto que allí empezó a haber vida...
vida vegetal, vida animal, vida humana...
Basta contemplar el delgadísimo escudo protector
de nuestro planeta, nuestra atmósfera,
para percibir que hay algo mágico
allí.
Aunque acudamos a las explicaciones científicas
no deja de ser un enorme misterio... las cosas podrían no ser de esa manera…
pero lo son… ¿por qué?
Este
rincón del universo fue preparado... como una habitación es preparada por un
matrimonio para el nacimiento de su hijo...
Hay mucho más para considerar, pero consideremos algo
más, al menos.
Cuando comemos un asado y tomamos unas cervezas,
o comemos algo que nos gusta: una hamburguesa y una gaseosa, o tomamos un
helado, lo que sea... difícilmente estemos pensando en que si no ingerimos
tales o cuales proteínas nuestra vida correría peligro... puede que sí, pero no
es lo habitual...
Cuando un muchacho y una chica, se conocen y son
amigos y de pronto se dan cuenta de que están enamorados y luego se casan y
forman una familia... Difícilmente se hayan detenido a considerar alguna obligación
a efectos de que la especie humana no se extinga... Pero su amor es fecundo... en sus propios espíritus.... y en sus hijos... y los tienen por la sencilla razón de que está en la naturaleza que los tengan...
De manera que las dos cosas necesarias para la subsistencia del individuo y de la
especie, es decir, la alimentación y la procreación, tienen
asignado un placer. Nos parece obvio. No lo es tanto. Nuevamente: las cosas
podrían haber sido de otra manera… pero no lo son. Así que, por natural que nos
parezca, no deja de ser notable.
Esto es comparable a cuando una mamá tiene que
mandar a su hijo pequeño a un paseo… ella va a procurar que en la mochila el
chico tenga algo para comer, y que sea algo que le guste, porque ella sabe que si
al chico no le gusta puede llegar a pasar el día sin comer, y lo que ella
quiere es que no pase hambre....
De manera
que podemos darnos cuenta que detrás de todo lo que vemos no solamente hay una inmensa
inteligencia, no solamente hay alguien con una sensibilidad artística,
estética, sino que hay alguien que tiene un amor con una delicadeza
comparable a la de una mamá con su pequeño hijo...
A esto que hemos dicho lo hemos pensado sin
recurrir al catecismo, sin recurrir a los evangelios… Es decir, nuestra Fe es razonable: creemos, pero
vemos que hay razones para creer. No es que simplemente creemos porque así
nos lo han dicho y lo aceptamos ingenuamente...
Esto es
indudablemente maravilloso… Pero… indudablemente también… vemos
que, claramente, no está
todo bien. Si estuviera todo bien no
tendríamos las inquietudes, las preocupaciones, los problemas que tenemos...
Y no estoy hablando de minucias tales como la
inflación, o llegar o no llegar a fin de mes… estoy hablando de cosas serias.
Por un lado podemos mencionar el tiempo, el transcurrir del tiempo…
de manera que nuestra vida es algo de aquello que dice Tolkien, “encontrar y perder como aquel que
navega siguiendo el curso de las aguas”. Cosas que perdemos por el solo
transcurrir el tiempo.
Y lo
experimentamos en nosotros mismos, más
tarde o más temprano somos sustituidos
en el espejo por un señor mayor o una señora mayor...
Claro que la alternativa no es muy halagadora,
como dijera Mirtha Legrand, no sin una implacable lógica, “o cumplís años o te morís”, así que, mal que mal, lo asumimos y lo
llevamos...
Y, justamente, eso otro es lo que decididamente está mal… La muerte se presenta
como algo implacable, inevitable… Ni la
fuerza del hombre más fuerte puede derrotarla, ni la belleza de la mujer más
hermosa puede eludirla…
Es algo que nos repulsa hasta nombrarlo… no lo asumimos verdaderamente.
Cuando se trata de alguien lejano no nos cuesta
considerarlo como lo más natural del mundo… Pero cuando se trata de alguien
cercano, o cuando se trata de uno mismo, el asunto cambia.
Lo cual
es raro, porque siendo algo natural
uno debería poderlo asumir como natural…
Pero es que, de alguna manera, la muerte no es natural. Claro, es
indudable que está en la naturaleza, pero está
en la naturaleza a la manera de un daño.
Sucede lo mismo con la enfermedad, pero,
evidentemente, mucho más con la muerte… Porque no viene a ayudar al individuo,
no viene a complementarlo ni a mejorarlo, viene a destruirlo.
Por supuesto que desde el punto de vista de la
especie, del ecosistema... la muerte es
necesaria para el equilibrio… Es decir, es la variable que hace dar la
ecuación...
Entonces
aquí viene algo que nos resulta escandaloso… ¿Cómo puede ser que siendo
el Creador un ser, como vimos, con una
inteligencia inmensa, con una sensibilidad
estética exquisita, y con un amor
comparable a la de la más tierna madre...? ¿Cómo pueden suceder estas y otras desgracias frente a sus ojos?... ¿Cómo
se explica esto?
Hemos dicho que las canciones de amor suelen ser
sobre el amor ausente… El desamor es una
enorme desgracia que solo se ve como trivial desde afuera, pero para quien
lo padece es comparable al dolor por la muerte de un ser querido…
Otra
desgracia sobre el amor es identificarlo simplemente
con sentirse bien, o, peor aún, identificarlo
meramente con el deseo sexual… Claro
que es parte inherente al amor entre hombre y mujer, pero es
parte, no es todo…
Hay una canción folklórica llamada “Mujer,
niña y amiga”, notable intuición la del poeta, porque menciona las
tres clases de amor: filial (padres-hijos), fraternal (hermanos, amigos) y
pasional (hombre-mujer). El amor
verdadero entre hombre y mujer incluye los tres amores…
Por eso hay verdadera sabiduría en aquello de considerar al noviazgo como la etapa del mutuo conocimiento, etapa del cariño… y postergar la unión de los cuerpos recién al matrimonio… Es que en ese caso la unión física viene a coronar una unidad
que ya estaba desde hacía tiempo en los espíritus...
Uno
podría pensar: “Estamos en el silgo XXI… Además, ¿no es antinatural eso? ¿No es
natural, acaso, que el deseo aparezca antes del dichoso casamiento?”.
Sí, y dupliquemos la apuesta. Desde ese mismo punto de vista, hay que reconocer que también es posible que aparezca el deseo incluso por personas completamente desconocidas… Las convenciones sociales actuales no parecen ruborizarse demasiado y apenas exigen un mutuo y efímero acuerdo. Ahora bien, ¿eso lo convierte en algo bueno? No me refiero a si lo es moralmente, sino a si resulta meramente conveniente. ¿Sería realmente bueno para uno, para los demás, para la sociedad? ¿Realmente nos haría más felices? ¿No sería, acaso, fuente de toda clase de desgracias? Claramente, porque del amor hemos llegado al más deplorable egoísmo…
Entonces
el escándalo es aún mayor… ¿Cómo es posible que todas estas desgracias
sucedan frente a los ojos del Creador? ¿Cómo se explica, entonces, esto?
IV La Gran Música
Vamos a dar una vuelta más de página para ir
terminando y vamos a recurrir no al Catecismo, no a la Escritura… sino a una obra artística, a una obra literaria. ¿Por qué? Porque cuando el arte no es hijo de la vanidad, no es hijo de querer
mostrarse y querer ser aplaudido, sino que es
hijo de la contemplación… el arte se
convierte también en una forma de revelación. ¿De revelación de
qué? De lo Real, de lo que Es.
Cuenta Tolkien en su mitología que antes de que el mundo existiese
estaba Ilúvatar y estaban también
los Ainur, que eran vástagos de su
pensamiento, algo así como ángeles de gran poder, y les dio a cada uno una melodía para que entre todos hicieran una Gran
Música y les dio también la libertad
de embellecer la Música aportando cada uno lo suyo.
La música empezó a sonar y era
maravillosa y cada uno de ellos empezó a ver en su mente paisajes
hermosísimos… árboles y ríos, mares y montañas… todo lo que luego sería la
creación. Pero he aquí que uno de ellos llamado Melkor empezó a hacer, deliberadamente, notas discordantes.
Cualquiera que haya cantado en un coro, en un
coro polifónico, sabe que cuando hay una nota discordante no simplemente queda
mal el que canta esa nota, sino que toda estructura empieza a tambalearse… como
diría Gaudí, “la arquitectura es música
congelada y la música es arquitectura en movimiento”.
Los demás Ainur veían con pavor como toda esa creación se destruía, se arruinaba…
Entonces Ilúvatar, con el semblante
serio, detiene la música. Luego
sonríe y da señal de retomar la música.
Ilúvatar había dado el don
de la libertad y no habría de retirarlo, de manera que no desechó aquellas notas discordantes, sino que las colocó en un lugar
donde cumplieran una función. El resultado fue que la música fue mucho más maravillosa de lo que era... No es que el
bien necesite del mal… Lo maravilloso
fue la intervención de Ilúvatar para que el daño producido estuviese al
servicio del bien...
Notable es que ese Daño en el amanecer del tiempo es reportado por
mitologías de distintos pueblos…
A modo de ejemplo. El calor
extremo es un mal, el frío extremo es un mal… ambos significarían la muerte
para nosotros… Pero sin ellos no existiría el poder del fuego con todos sus
beneficios, ni existirían los maravillosos paisajes nevados...
De manera
que todo lo que vemos y toda la historia es parte de esa Gran Música que está
aún desarrollándose… y en toda la historia hay presencia de esa maravilla
y también de ese dolor...
Porque la disonancia sigue siendo disonancia aunque cumpla su función. La perfecta Armonía solo podrá ser después percibida.
Otra forma de
ver esa Gran Obra, que es más gráfica,
sería un cuadro, una pintura… del cual toda la historia y todos nosotros formamos parte. Y está en cada uno
de nosotros el decidir ser un detalle bello y luminoso… o ser algo oscuro y
retorcido…
Hasta tal punto ve Tolkien como genial y maravillosa la intervención de Iluvatar que llega a considerar a la misma
muerte como un don, como un regalo…
La muerte
no ha dejado de ser un daño, algo terriblemente
doloroso, pero resulta que no
solamente cumple una función desde
el punto de vista biológico en el
ecosistema, sino también en lo más profundo del alma de las personas…
Es notable que no pocas maldades hacemos los seres humanos incluso sabiendo que vamos a morir... ¿Qué clase de monstruo seríamos, entonces, si nos supiéramos inmortales… si nuestras mismas decisiones
no nos llevaran a ser, para siempre,
un detalle luminoso o un detalle oscuro y retorcido en esa Obra que tiene un destino eterno...?
A pesar de esto, la muerte se nos presenta como oscura
e implacable. Es cierto que San
Francisco la llama “hermana muerte”… pero eso se debe a la locura del
enamorado… San Francisco es un enamorado de Dios y sabe que la llegada de la muerte
es lo que lo lleva a Él.
El amor nos hace tolerables cosas que, en sí mismas,
no nos agradarían… El enamorado que para llegar a la amada debía pasar por
trámites bastante fastidiosos, tales como llamar por teléfono y que atendiera el padre…
Charlton Heston en su autobiografía, hablando de una cabalgata en que llevaba a su hijo pequeño: “el olor de mi hijo es como un campo de trigo”.
Maravillosa y bíblica forma de expresar su amor de padre… Para él era un “campo de
trigo”. Para el resto de los mortales, el gurí debía tener, simplemente, el
marote transpirado…
Pero la muerte
es el último enemigo que ha de ser vencido, nos dice la Escritura.
Claro,
aquí es posible que alguien cuestione esta analogía, o lo que parece mostrar
esta comparación… y es el hecho de que, entonces, la oscuridad sería necesaria
para que la luz se destaque, como sucede en un cuadro de Velázquez…
Es que
tal vez la analogía debe ser completada diciendo que, al final de los tiempos, de
ese lienzo misterioso emergerá un mundo
nuevo, lleno de Luz y de Vida… libre de toda lágrima, oscuridad y muerte… Como
una escultura… que para ser necesita ser librada
de todo lo que no es… (Miguel Ángel decía que la
escultura ya estaba ahí, él solo sacaba lo que sobraba) Solo que aquí las
porciones de piedra que el Escultor elige… son las que ellas mismas eligen ser elegidas…
Es que estamos manos del Gran Artista, del Gran Autor, del Gran
Escultor… Somos —cada uno— personajes de una gran novela que abarca toda la historia y
que tiene un destino eterno. Y aquí no hay personajes innecesarios,
ni hay detalles superfluos. Nada es
superfluo en la obra de un gran artista.
Y, al igual que con los Ainur, nos da la
posibilidad de embellecer la obra pues nos
ha hecho iguales a Él, capaces de crear… o, por mejor decir, como diría
Tolkien, de subcrear.
Así que si uno no comete la tontería de engañarse
a sí mismo… uno, muy en el fondo del alma, tiene la nota verdadera con la cual armonizar sus propios arreglos…
Tiene que ver con la verdad, tiene que ver con la belleza,
tiene que ver con el bien… sabiendo
que todo eso es una unidad…
Uno es un personaje de esta Gran Novela, y se
mueve con libertad, ciertamente… Y no es contrario a la libertad el hecho de
conocer las rutas, conocer los caminos… Justamente, conocer los caminos nos hace más libres…
Y aquí puede surgir desde las más profundas oscuridades de uno mismo —como sucedió con Melkor— aquel “a Mi manera”… como un oscuro retorcimiento sobre uno mismo…
y decir “qué nota con la cual armonizar”, “qué caminos”… ni qué nada…
Si en vez de perdernos en ese retorcimiento
sobre sí mismos —no otra cosa son nuestros egoísmos— nos concentráramos en
embellecer nuestro propio personaje, nuestro propio ser, en esta Inmensa Novela... haciendo lo nuestro,
sí, pero armonizando con el Artista (no
necesariamente con los de al lado, que pueden estar errados en la nota)… nuestros días serían menos prosaicos (“si fuéramos
coherentes hablaríamos como poetas”, diría Chesterton)…
y nos volveríamos, cada vez más, un detalle
luminoso de ese gran cuadro…
Pues todos tenemos lo que decía la canción que
escuchamos al principio “esa pequeña llama / ese encanto indefinible
/ ese don del Cielo”… que solo podemos ver cuando nos despertamos...
La canción sigue: “Pero aunque no tengas nada,
puede que seas rey / aún buscas los poderes que duermen en ti / ves, eso no se
puede comprar / Cuando lo tienes, lo
tienes”
Y nosotros lo tenemos. Tenemos
ese don del Cielo pero que
podemos ver solamente si despertamos del letargo en el que solemos estar y que nos impide ver la
maravillosa… y mágica… Realidad en la que vivimos…