martes, 29 de noviembre de 2016

El Rosario frente al Hospital de Niños


Uno podría preguntarse qué hace esa gente que va a rezar el rosario frente al Hospital de Niños, qué sentido tiene… ¿No sería mejor, acaso, si quieren rezar por algo que recen discretamente, en sus casas, o en alguna iglesia? Además, algunos están ahí con pancartas, porque el motivo es el asunto este del aborto… pero si se trata de manifestarse en contra de algo, ¿no es mejor hacer un poco de lío como hace la gente decente?: cortar una calle, golpear platillos y tambores, encender bombas de estruendo, quemar cubiertas, y cosas así por el estilo…
Pero no, esta gente va allí, rezan el rosario, dan lugar a quien necesite paso en la vereda, piden disculpas si no lo vieron, hablan amablemente con quien se acerque a preguntar algo o a pedir oración para algún chiquito internado, hacen lo posible para no molestar a nadie, en media hora terminan su oración y se van, y el lugar queda tal cual estaba cuando ellos habían llegado.
Rezan para que las leyes reflejen el natural orden de las cosas, que entre otras muchas consiste en que no hay motivos para dar muerte a un bebito en el vientre materno, rezan por quienes promueven el aborto, quienes parecen haber petrificado sus corazones para no dolerse ellos mismos, rezan por quienes están pensando en realizar un aborto, para que se den cuenta de que eso no es una solución, para que se den cuenta de que no están solos, de que hay gente dispuesta a tenderles una mano, rezan por quienes han realizado un aborto, para que se den cuenta de que la Misericordia de Dios es lo que nos da la verdadera Paz, ya que Él mismo quiso cargar con nuestras culpas, rezan por el alma de los bebitos abortados, rezan por los médicos y profesionales de la salud, rezan por los chicos allí internados, rezan por las autoridades civiles y por las autoridades religiosas…
No se trata de protestar ni mucho menos de juzgar… sino de no ocultar el dolor y de rezar por esta generación, porque así como hay que tener discreción al rezar (Cf. Mt. 6, 6), también debe tenerse en cuenta que la lámpara encendida debe colocarse en un lugar que dé luz (Cf. Mt. 5, 15). Hay que hacer ambas cosas.
La oración volará al cielo como el incienso, y la presencia -visible y audible- de esta gente, tal vez sea la única nota discordante que algunas personas escuchen. Cuando multitudes cantan la misma horrible canción, la única nota discordante -y acaso apenas audible- tal vez sea la que nos muestra el camino hacia la verdadera Armonía.

miércoles, 16 de noviembre de 2016