miércoles, 30 de diciembre de 2020

¿Quién aplaude más en este reality show de maldad legal?

Más actual que nunca, lamentablemente.

Del “rompé las reglas” de hace unas décadas al “a las reglas las hacemos nosotros” de hoy.

Del “lo que diga la gente” de otras décadas al “lo que digamos nosotros” de hoy.

Las máscaras se han caído definitivamente, aquellos lemas eran solo era para romper con verdades traídas cuidadosamente desde siglos y siglos de contemplación de lo que las cosas son.

  Tal vez ellos creen que tienen la verdad…

Puede que individualmente haya quienes crean eso, claro. Pero hay otros para quienes la verdad no importa, y otros para quienes la verdad solo es una construcción de la mente.

  No parece algo tan grave, es una simple idea, algo inofensivo.

No opinarías lo mismo si por alguna razón encontraran en ti un obstáculo para sus proyectos.

  ¿Pero qué tan peligrosos pueden ser?

Hay quienes no tendrán problemas en manchar sus manos con tu sangre.

  ¿Por qué?

Mientras no estén dispuestos a ver la verdad y aceptarla con simpleza y humildad, se volverán oscuros, como sombras vivientes… Al principio se creerán libres pero serán esclavos, primero de sus propios caprichos… Sus corazones se volverán cada vez más lúgubres. 

No serán felices, salvo que despierten… Si no despiertan, la esclavitud que padecerán será cada vez más implacable. 

Si despertaran, caerían en la cuenta de que no eran solo sus caprichos lo que los movía, sino que había alguien desde lo más profundo de las sombras inspirando en ellos el mismo odio que él tiene hacia la Verdad, el mismo desprecio que tuvo por la Bondad desde antes del amanecer del tiempo.

  No sé si odiarlos o compadecerlos.

Reza por ellos. Si los odiaras te volverías uno de ellos, sometido al mismo y oscuro tirano.

Porque nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los Principados, contra las Potestades, contra los Dominadores de este mundo tenebroso, contra los Espíritus del Mal que están en las alturas.

Por eso, tomad las armas de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y después de haber vencido todo, manteneros firmes. ¡En pie!, pues; ceñida vuestra cintura con la Verdad y revestidos de la Justicia como coraza, calzados los pies con el Celo por el Evangelio de la paz, embrazando siempre el escudo de la Fe, para que podáis apagar con él todos los encendidos dardos del Maligno. Tomad, también, el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios; siempre en oración y súplica, orando en toda ocasión en el Espíritu, velando juntos con perseverancia e intercediendo por todos los santos… 

(Efesios 6, 12-18)



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