lunes, 8 de febrero de 2021

Leonardo Castellani… ¿Qué han logrado sus libros?

Uno podría preguntarse esto sobre algunos autores y sobre Leonardo Castellani en particular: ¿Para qué han servido? ¿Qué han logrado sus escritos?

La Iglesia y la sociedad, o mejor, quienes tienen responsabilidades en ellas: ¿acaso han cambiado su curso, han corregido sus errores a partir de sus libros?

Además, aunque siempre haya amigos que estén leyendo algo de Castellani, hay mucha gente, muchísima, que no tiene idea de su existencia… sus escritos no han logrado una difusión masiva ni siquiera dentro de la gente que va, o que iba, a misa…

¿Entonces?

Si pensamos en cualquier clásico de la música o de la literatura, comprobaríamos que en los años cincuenta, por ejemplo, tenía una difusión muy pequeña en comparación con lo que se leía o escuchaba en aquellos años. Pero gran parte de lo que se escuchaba mayoritariamente en esos años hoy ya ha pasado a la historia, y aquel clásico sigue vigente en las nuevas generaciones. Es cierto que ese clásico tiene, también hoy, una difusión muy pequeña en comparación con lo que actualmente se lee o escucha mayoritariamente.

El entusiasmo con que han leído y leen a Castellani personas que hoy tienen más de setenta años es el mismo entusiasmo con que lo leen hoy gente de veinte años.

Su vigencia es mucho más asombrosa que la escasez de su difusión, pues su difusión siempre ha sido hecha por iniciativas privadas, esfuerzos de personas que quieren que otros vean lo que ellos han visto.

Y esto sin aval oficial. Es más, con un significativo silencio oficial.

Castellani ha sido maltratado por la visible Iglesia “preconciliar” e ignorado a sabiendas por la visible Iglesia “posconciliar”. Sucede que el cura dio cuenta de algo esencial que es escamoteado por muchos autores y que es evidente en los Evangelios: Cristo luchó contra los Fariseos. Y como el fariseísmo es un espíritu sinuoso que no distingue ni pres ni pos, pero que sí distingue a su enemigo, Castellani habría de pagar su precio.

Y lo sigue pagando.

Por otra parte, también entre aquellos que loablemente han puesto su empeño en que la sociedad refleje las enseñanzas de Cristo hay quienes (algunos, está claro) no han mirado con del todo buenos ojos a Castellani. Porque en lo que veían o escuchaban del cura, había algo que preferían no escuchar… o algo que preferían que no se dijera.

En una guerra puede ser muy peligroso no querer escuchar a aquel que ve más lejos y más claro. Ese cerrar los ojos es un autoengaño que no sirve más que para postergar el desánimo.

Y en eso esté tal vez la respuesta a las primeras preguntas.

Porque ama la Verdad, Castellani da testimonio de la verdad que ve, de manera que la realidad pueda ver vista también por aquellos que a él lo lean o escuchen.

Ninguna acción puede ser emprendida sin saber lo que sucede, sin saber en qué lugar nos encontramos, en qué momento estamos, a quiénes nos enfrentamos, junto a quiénes estamos…

Pero este conocimiento no es un mero elemento de una estrategia de acción que hemos de llevar a cabo con éxito. Este conocimiento, esta contemplación del fragmento de realidad que nos es dado ver, está al servicio de una “acción” mucho más aparentemente elemental, pero que es más grande que cualquiera de nuestros proyectos, por meritorios y portentosos que estos sean, la cual no es otra que el mayor de los combates que tenemos en nuestra vida.

Porque quien no ve, quien no entiende lo que sucede, corre el serio riesgo de pensar que lo que alguna vez creyó no era más que una ingenuidad y de que la señal de la Cruz se convierta en un mero y amable recuerdo de familia, vestigios de épocas más cándidas.

Por supuesto, el buen combate puede ser llevado a cabo sin leer a Castellani, claro está, pero no puede ser llevado a cabo sin interesarse por la Verdad.

Y para saciar el hambre de Verdad acaso Castellani pueda ser de alguna utilidad.

Video: (en algunos smartphones deberá elegirse la opción "Ver versión web") La Parusía y el Fin de los Tiempos I (El conocer profético), a los 6:45 comienza aproximadamente el tema luego de comentar un suceso de aquellos días.