Star Wars Episodio VII
La zozobra de un mito entrañable
Star Wars, ofrece
enormes posibilidades de reflexión sobre aspectos tecnológicos, sociales,
políticos, estéticos, mitológicos, religiosos, psicológicos, etc. Pero a partir
del recientemente estrenado Episodio VII, Star Wars se ha convertido en una
nave que parece haber tomado otro rumbo.
En su publicación
mensual de predicciones, que casi inevitablemente se cumplían -lo que no
causaba, sin embargo, ninguna sorpresa- la empresa de TV por cable anunciaba,
con precisión de día y horario, la presentación del documental “La mitología de
Star Wars”, presagio que afortunadamente no estuvo exento de todo error, ya que
pronosticaba temerariamente que se trataría de “toda la magia de los efectos
especiales”…
Una de las preguntas
que el periodista hizo a George Lucas -pues de eso se trataba, de un reportaje
ayuno de todo tipo de fuegos artificiales- fue qué pensaba él sobre el hecho de
que personas de distintas religiones usaran a Star Wars para explicar temas
religiosos. Cito de memoria lo referente a esta conversación, sin embargo
confío estar no muy alejado del cien por ciento de exactitud: este uso
alegórico, o de aplicabilidad de Star Wars le pareció a George Lucas muy
natural, dijo algo así como que no le gustaba la idea de un mundo secularizado,
y que su Star Wars era una forma nueva de contar historias de siempre…
Y logra lo que logran
las buenas historias, dependiendo, además, de quién las lea… “Que la Fuerza te
acompañe” hace redescubrir, hace volver a ver la profundidad de “Que la Gracia
te acompañe”.
Lo mismo sucede en “The
Lord of the Rings” de Tolkien, pero respecto de la Realidad la aplicabilidad de
“Star Wars” es mucho más limitada. Puntos flojos de Star Wars son, hasta donde
alcanzo a ver, la similitud de entidad entre el bien y el mal (hablar, por
ejemplo de “lado oscuro” es hablar de algo que es lo mismo, y no de una negación),
y el hecho de que la Fuerza es explicada como algo que proviene de la energía
de todos los seres que existen, no dando, en ese sentido, un carácter
trascendente a la “Fuerza”.
Sin embargo, Star Wars
desde Episodio I “La amenaza fantasma” hasta Episodio VI “El retorno del Jedi”
ofrece, además del consabido entretenimiento, posibilidades de profundas
reflexiones. Hay conflictos económicos y hay discusiones políticas, pero detrás
hay un Poder Oscuro, hay un conflicto entre la Luz y la Oscuridad, no se
explica todo a través de los intereses económicos o de poder. El conflicto de
Anakin es perfectamente asimilable a un conflicto religioso, y es desgarrador,
y el problema de querer aferrarse a las cosas es también muy trabajado por
Tolkien. Vimos a Anakin en todas las etapas de su vida, nos enterneció, nos
emocionó, nos conmovió, nos estremeció… nos asustó… con Luke pudimos haber
llegado a odiarlo y no odiarlo al mismo tiempo… y también con él nos vimos
esperando su redención…
Cada vez que, de chico,
iba a la casa de unos parientes reparaba en un cuadro que tenían en el living,
se trataba de un paisaje y una cita bíblica “Hasta aquí nos ayudó el Señor” (1
Samuel 7, 12), lo que me provocaba alguna incógnita acerca de qué pasaría
luego, es decir: hasta aquí perfecto… ¿y después? Ciertamente, luego comprendí
que la cita llevaba implícita la confianza en que Él nos seguiría ayudando. Pero
-al igual que en “…surgirán falsos cristos y falsos profetas, que harán grandes
señales y prodigios, capaces de engañar, si fuera posible, a los mismos
elegidos” (Mt. 14, 14) sobre lo que Castellani dice que (y explica, además, que
ese “si fuera posible” es una enorme esperanza, porque entonces quiere decir
que no es posible engañar a los
elegidos, y ¿quiénes son los elegidos?...) los elegidos son los que eligen a Dios, los que eligen la Verdad- Dios nos acompaña si
queremos que nos acompañe, Dios está con nosotros si queremos que esté con
nosotros, “Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la
puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo” (Ap. 3,20)…
Un viejo sofisma, a
esto lo cuenta Randle, dice “a ver, si Dios es todopoderoso… ¿por qué no es
capaz de crear una piedra tan pesada que ni Él mismo pueda mover?” y la
respuesta es una estremecedora paradoja ya que Dios ha sido capaz de crear esa
piedra, que no es otra que el corazón humano.
El artista es alguien
que ve algo donde el resto del mundo pasa de largo, luego lo lleva a su taller,
lo transforma, lo elabora estéticamente y lo muestra, con la esperanza de que
el resto del mundo lo vea. Por eso se puede hacer ese ejercicio de
aplicabilidad a la realidad, porque esa obra artística no es hija de un
capricho sino de la contemplación que el artista ha hecho de la realidad.
No sin temor
reverencial hacia las palabras de la Escritura, me atrevería a pensar que esta
gente de Star Wars debería tener en sus oficinas un cuadro, en forma apaisada,
con uno de los tantos bellos paisajes que hay en los episodios I a VI, o bien,
tal vez mejor, alguna de las bellísimas escenas finales del “Retorno de Jedi”
con esta leyenda “Hasta el Episodio VI nos acompañó la Fuerza”, donde
signifique literalmente hasta allí.
No se trata -digo,
metiéndome a exégeta de Star Wars- de que la Fuerza los haya abandonado, sino
de que ellos han abandonado la Fuerza, aunque, en realidad no parece que
hubieran sido alguna vez entrenados en ella, ni que hubieran tomado mucho
conocimiento de ella. A mí me parece que los nuevos Jedi, deberían ser
entrenados no en la Fuerza sino más bien en la Inercia, porque es a la Inercia
a la que le deben el éxito de este Episodio VII.
Cuando Catalina Dlugui
presentó hace unos años el estreno de alguna de las películas de George Lucas,
no la calificó en forma positiva, y dijo un poco desdeñosamente “una película
en la que los fans aplauden desde los títulos iniciales”… Es que los títulos
iniciales de Star Wars son para aplaudir -aunque, ciertamente, es bastante
cuestionable la costumbre de aplaudir en el cine-: la Twentieth Century-Fox
Fanfare compuesta por Alfred Newman en 1933, pero vuelta a grabar en 1954
(cuando John Williams era pianista de la Fox Orchestra) seguida por la gran
música (compuesta en la misma tonalidad) de John Williams para los títulos
iniciales constituye un hito en la
historia del cine.
Pero, cuando la misma
Catalina Dlugui presentó hace poco el estreno de “Episodio VII, El despertar de
la Fuerza” sus calificaciones fueron altamente positivas, “es una película
hecha para satisfacer a los fans”, “tiene todo lo que los fans desean ver”, y
cosas por el estilo.
-¿Y usted quiere que Catalina
Dlugui entienda que las películas de George Lucas son buenas y esta no? -Se supone que entiende de
lo que está hablando, está en un lugar donde forma opinión -Ah bueno, si usted
espera que los formadores de opinión le expliquen las cosas debo decirle
que está usted en serias dificultades.
Lo peor del asunto es
que en algo había sido tremendamente veraz “es una película hecha para satisfacer a los fans”. Y así fue
expresamente hecha. Pero lo entendí después
de ver la película.
El artista quiere que
los otros vean lo que él ha visto, esperando, naturalmente, que disfruten con
ello. Pero aquel que está más interesado en averiguar qué es lo que los otros
quieren ver para luego ofrecérselos no es un artista. La obra artística es hija
de la contemplación de la realidad, lo otro es hijo del marketing, más apropiado
es llamarlo producto.
Se dice que para
abordar una obra de ficción uno debe “suspender la incredulidad”, pero no se
trata de que el lector o el espectador esté obligado a admitir cualquier cosa
por el hecho de que sea ficción, tal vez por eso es que Tolkien discute esto,
él dice que el artista debe dar a la obra una “coherencia interna” de manera
tal que el lector admita algunos hechos como perfectamente posibles dentro de ese mundo.
Tremendo error de
coherencia interna es por ejemplo que veamos a la heroína de la película
enfrentar con total soltura a un Jedi, sin haber tenido ella el menor
entrenamiento en la Fuerza, a ella le llevó solo unos momentos, en los que
simplemente se dio cuenta de que tenía poderes, lo que a Luke Skywalker le
llevó tres películas. Pero es parte del asunto, dar a los espectadores lo que
se supone quieren (X-Wing, espadas laser, etc., etc.), y seguir la corriente,
subirnos a la ola de lo que se entiende es el pensamiento correcto actual, y lo
correcto, al parecer, es que ella se muestre autosuficiente y, además,
sorprendida de que se le pregunte si está bien.
Y constituye esto la
única explicación de la inusitada presencia de otro personaje, la Capitana
Phasma. Nos cuenta la actriz encargada de ese papel: “Estoy absolutamente encantada de escuchar que la Capitana Phasma es la
primera soldado de asalto femenina de cualquier rango, y por supuesto, estoy
aún más emocionada de estar actuando ese rol. Es emocionante que algo tan
icónico como Star Wars haya abrazado el futuro y la necesidad del mundo de
equilibrar los géneros masculinos y femeninos. Es increíblemente emocionante
para mí estar interpretando este papel y espero que inspire a generaciones de
mujeres de todo el mundo a avanzar”.
Aires de vanguardia
para unas ideas con las que uno se tropieza cada dos pasos. Hace más de cien
años Chesterton reflexionaba acerca de los intereses femeninos y los intereses
masculinos, mientras estos últimos se centraban en cuestiones políticas y
laborales, las mujeres protestaban que “arreglaran el mundo” todo lo que
quisieran pero que lo importante era el hogar, y que hubiera allí el dinero
suficiente para mantenerlo… El mismo Chesterton decía que quedaba claro cuáles
eran los intereses que habían ganado la discusión.
Es que esta gente, no
contenta con salvar el mundo, extiende sus pretensiones de redención a estos
mundos subcreados, festejando que Star Wars haya “abrazado el futuro”, gracias
a ellos Star Wars ha sido, entonces, liberada de pensamientos anquilosados y retrógrados.
Mientras la religión
nunca ha prometido un paraíso en la tierra, el pensamiento progresista sí lo ha
hecho, pero posterga indefinidamente su concreción, colocándolo siempre en el
futuro, al que se nos insta avanzar. Pero, paradójicamente, cuanto más hacemos
caso de sus prédicas tanto más nos alejamos de lo que nos promete. Podemos
maravillarnos por la existencia de máquinas que realizan tareas cuyos
resultados son cada vez más sorprendentes, pero… ¿dónde está el tiempo libre y
la felicidad prometidas? Ha sido abolida la esclavitud, pero… ¿ha sido abolida
la esclavitud? Han sido abolidas las monarquías, hoy el mundo es, casi, una
enorme Democracia, pero… ¿ha sido abolida la opresión? En el medio de la
negrura de la Edad Media muchísima gente ha vivido sus vidas con una libertad
que ni soñamos, pasando completamente desapercibidos al rey y a su gobierno…
hoy usted nace (si lo dejan) y el gobierno ya le tiene preparada una agenda de
la que no se librará hasta casi los dieciocho años, eso sí, aprenderá a leer y
se enterará de cuan luminoso es el pensamiento progresista. ¿Dieciocho años
dije? No sea haga muchas ilusiones, no se olvidará de usted tan fácilmente el estado.
No reniego de las
máquinas, ni estoy a favor de los que no pagan los impuestos, ni digo que
tengamos que poner una corona al presidente, lo que intento mostrar es cuán
diferente es lo publicitado de lo obtenido.
Bastante superfluo es
que venga esta gente de Star Wars VII a animar a las mujeres a avanzar cuando
es una dirección a la que están, en la práctica, obligadas a ir. No son muchas
las que pueden darse el lujo, aunque quieran, de quedarse en casa con los
hijos, al frente del hogar. Enormes cantidades de mujeres de todo el mundo tienen que salir de su hogar,
habitualmente no para vivir la libertad sino para obedecer órdenes, y no tanto
por la mentada realización personal sino por la sencilla razón de que no dan
los números, o por la tan sencilla como lamentable razón de que la estabilidad
familiar es hoy una perla difícil de hallar, lo cual se debe, en gran medida, a
que hombres y mujeres han bebido por igual de las venenosas aguas del
progresismo.
Star Wars, de ser “una
forma nueva de contar historias de siempre”, una forma de mostrar un atisbo de
la Realidad que el artista ha obtenido de la contemplación, de la meditación,
ha devenido en una película de aventuras con una elemental propaganda progresista.
Tal vez el único
problema de esta película es que su nombre sea “Star Wars”, porque, después de
todo, es muy entretenida, los efectos son fantásticos, etc., etc. Pero muchos
no nos hubiésemos molestado en ir a ver, ni en tomarla en serio si su nombre
hubiese otro. Probablemente las personas que la han realizado sean gente
macanudísima que aman Star Wars, que las conocen muy bien, y que han puesto
todo su empeño en su trabajo, pero, evidentemente no han comprendido, o bien no
comparten, el fondo del tema. Es una película inspirada en la obra de Gorge
Lucas pero que no tiene el mismo espíritu.
Es inevitable sentir
que han usurpado el universo Star Wars, usurpación que, por cierto no ha sido
gratuita…
En efecto, George Lucas
vendió la franquicia a Disney en 2012, en principio iba a estar como asesor,
pero se apartó al ver que la compañía no estaba interesada en ello. Tras el
estreno de “Episodio VII, El despertar de la Fuerza” Lucas expresó, en una
extensa entrevista realizada por Charlie Rose, que había vendido sus niños -como
llama a sus seis Star Wars- a tratantes de blancas.
No quisiera que se tome
el párrafo anterior como un sutil intento de inducir a pensar que G. Lucas
coincidiría con lo que aquí se ha dicho, pero evidentemente la continuación que
se dio a su historia lo ha decepcionado. Cierto es que al otro día se disculpó
por la “inapropiada analogía”, diciendo, además, que había trabajado con la
compañía Disney durante cuarenta años y los había elegido para custodiar Star
Wars…
Por mi parte, antes de
que la Oscuridad complete su aparente victoria en el mundo real y antes de que
se siga extendiendo también en estos mundos subcreados, porque, al parecer, ni
allí ha de dejarnos tranquilos, he de desearle a esta gente de Star Wars VII… que la Inercia los acompañe… ya que,
según sospecho, la Fuerza no está con ellos… espero que algún día la encuentren…
Eso es, al menos, hasta
donde mis ojos alcanzan a ver desde aquí, desde los bosques de la luna de Endor,
conversando con amigos, estremecidos y a la vez confortados, sentados frente a
un fuego crepitante, bajo las primeras estrellas, viendo a lo lejos otros
fuegos, algunos de ellos parpadeantes a causa de unos ewoks que bailan y cantan
a su alrededor, otros agitan cascabeles o golpean tambores…en su música resuena
el eco de una verdad que trasciende todos los tiempos y que atraviesa todo el
universo: la bondad tiene una belleza que la oscuridad jamás podrá entender sin
desvanecerse…
Transcribo un comentario de Eduardo Segura, traductor y autor de obras sobre Tolkien, como por ejemplo “El camino a la Tierra Media” de T. A. Shippey y “El viaje del anillo” respectivamente. Luego de un vistazo al artículo me envió lo siguiente, enorme aporte que mucho agradezco:
ResponderEliminarUna puntualización, si me permites, sobre lo que escribes (…) No creo que sean equivalentes la expresión "que la Fuerza te acompañe" y "que la gracia te acompañe". A pesar del evidente sentido de cierta trascendencia que muestra la noción de la Fuerza, la teología de Lucas es netamente panteísta. Por otro lado, la gracia no es una "cosa": desear que la gracia acompañe a alguien es desear la inhabitación de Dios mismo en esa persona. La Fuerza, por el contrario, "habita" sólo en los Jedis, por más que otros puedan reconocer su presencia o su bondad. La Fuerza nos habla de un universo maniqueo, mientras la gracia nos muestra un universo cuidado paternalmente: redimido, y no primariamente salvado (de manera inmanente) por las "causas segundas".