Una buena manera de pensar la educación es entenderla como una obra de amor.
Los que educan lo saben. Y los que se dedican a la tarea de
asesoría pedagógica harían bien en tenerlo también presente.
Es
deseable que quien eduque sea siempre alguien que ame aquello que está
enseñando y que, a su vez, ame a aquellos a quienes está enseñando. Las razones
de esto son bastante obvias, pues cuanto más ame el que enseña aquello que
enseña, con mayor precisión y delicadeza tratará los conocimientos que comparta
y cuanto más ame a quienes enseña, mejor ha de tratarlos y más paciencia y
piedad les tendrá cuando no valoren o no comprendan aquello que les está
ofreciendo.
De alguna
manera es como un enamorado que trata de llegar al corazón de la amada ofreciéndole
su propio corazón. Quien en verdad ama no solo no es ciego sino que ve con
mayor claridad y comprende mejor. Quien en verdad ama no desprecia el consejo
sabio. El amor lleva a la sabiduría y la sabiduría al amor.
El
muchacho que está seriamente interesado en una chica encontrará la forma de
llegar a ella. Si ella trabaja en una tienda de ropa de mujer, donde él no
tiene ningún motivo para ingresar, él entrará y simulará estar interesado en
comprar un regalo para su madre, o entrará para ofrecer una rifa de los bomberos
voluntarios o entrará para hacer una encuesta, pero va a encontrar la manera de
entablar un diálogo con ella.
Si en esos
días el muchacho en cuestión se halla leyendo una revista, en la sala de espera
del dentista o del peluquero, y se encuentra con un artículo que explica cómo
conquistar una chica, difícilmente podrá resistirse a leerlo, porque,
es muy probable, estaría pensando alguna estrategia y no le vendría mal alguna sugerencia.
Pero, en el fondo, sabe que cualquier cosa que diga o haga resultará una
estupidez si él mismo no le es agradable a la chica, y, al revés, cualquier
cosa que diga o haga resultará bien recibida si él mismo le es agradable a la
chica.
Así que las
sugerencias serán vistas como eventuales recursos y sería un tonto si las
rechaza de plano. Pero cuando la revista de la peluquería empieza a dar
lecciones sobre qué es el amor según las últimas tendencias y, además, augura
éxitos en lo que resta del año a la gente de piscis, el joven en cuestión
deberá pasar raudamente a las secciones deportivas o humorísticas a efectos de
no perder la senda de la sabiduría o bien para, al menos, no perder la
paciencia.