Los vaivenes fluctuantes de la moda han traído y han llevado las
expresiones de “diosa” y “bruja”, siendo usadas por hombres hablando de
mujeres, o por mujeres hablando de mujeres… “Bruja” es sinónimo, para mucha
gente, de “esposa” o incluso “novia”.
Una expresión bastante caída en desgracia
es “mi señora”, porque en estos tiempos, es entendida como la declaración de
una posesión: “la mujer que me pertenece”, y acaso tiene en verdad un
significado de pertenencia… pero al revés, si se piensa como “mi Señora” se
trata de “la mujer que le da sentido a todos mis esfuerzos”. Así se refería el
caballero medieval, por ejemplo, a su Reina, aunque ciertamente no era su
esposa ni tenía posibilidad de serlo, pero ella era por quien luchaba.
La nobleza no es una virtud festejada en
estos tiempos, cuando aparece alguien noble produce algo así como lo de “su
sola presencia nos resulta insoportable” (Sabiduría 2, 14) y se lo rotula de
hipócrita, porque quienes no pueden admirar la bondad parecen necesitar
denigrarla. No está todo perdido, sin embargo, cuando se está en condiciones de
rendirse ante la bondad, quien puede contemplar la bondad también puede
ejercitarla.
En la antigua Roma las clases altas se
autoexigían una estabilidad familiar y daban por hecho que esa exigencia no era
para las clases bajas, en lo cual había, a qué negarlo, un cierto desprecio. La
estabilidad es conveniente desde todo punto de vista, incluso el económico,
pero conlleva el ejercicio de algunas virtudes como el esfuerzo, la paciencia…
Así que a la llegada del cristianismo el
“uno con una y para siempre” ya estaba en ejercicio, lo que hizo el
cristianismo fue extender ese privilegio -con sus exigencias y conveniencias- a
todas las clases sociales, porque hasta el último habitante de Roma (y de
cualquier lugar) podía ser considerado un noble.
En tiempos en que la estabilidad familiar
era considerada un objetivo serio, se daban también actitudes de no poca
hipocresía dado que bajo una apariencia intachable había ocultas situaciones
que no lo eran tanto.
Esa clase particular de hipocresía ha ido
pasando de moda por innecesaria, y lo es en todos los estratos sociales. Sin
embargo hay que decir que la hipocresía es un “tributo que el vicio paga a la
virtud”, es decir, el que -por ejemplo- no es honesto pero simula serlo,
reconoce, al menos, que la honestidad es algo bueno.
Esa hipocresía ha disminuido, pero esto ha
sido porque ha aumentado el descaro, y ha disminuido el aprecio a la virtud…
vaya un contador a hacer el balance de todo esto, no creo que le dé otro
resultado que no sea pérdida.
“Corazón de Caballero” es una especie de
homenaje a todos aquellos muchachos -y muchachas- de barrio (¡o del centro!)
que tienen, aún en estos tiempos, un corazón noble, un Corazón de Caballero.
Acordeón: Aldo Taborda
Letra y música: Raúl Squilache
Coros: Marcelo Fabián - R. Squilache
Arreglos de acordeón: Squilache -Taborda
Arreglos de percusión:
R. Squilache - Roberto Squilache-
G. Villanueva
Grabado, mezclado y masterizado en
Vitrola Records
por Gustavo Villanueva y R. Squilache
MMXI
Video NO COMERCIAL
MMXIV
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