miércoles, 13 de enero de 2016

Star Wars Episodio VII La zozobra de un mito entrañable


Star Wars Episodio VII
La zozobra de un mito entrañable
Star Wars, ofrece enormes posibilidades de reflexión sobre aspectos tecnológicos, sociales, políticos, estéticos, mitológicos, religiosos, psicológicos, etc. Pero a partir del recientemente estrenado Episodio VII, Star Wars se ha convertido en una nave que parece haber tomado otro rumbo.
En su publicación mensual de predicciones, que casi inevitablemente se cumplían -lo que no causaba, sin embargo, ninguna sorpresa- la empresa de TV por cable anunciaba, con precisión de día y horario, la presentación del documental “La mitología de Star Wars”, presagio que afortunadamente no estuvo exento de todo error, ya que pronosticaba temerariamente que se trataría de “toda la magia de los efectos especiales”…
Una de las preguntas que el periodista hizo a George Lucas -pues de eso se trataba, de un reportaje ayuno de todo tipo de fuegos artificiales- fue qué pensaba él sobre el hecho de que personas de distintas religiones usaran a Star Wars para explicar temas religiosos. Cito de memoria lo referente a esta conversación, sin embargo confío estar no muy alejado del cien por ciento de exactitud: este uso alegórico, o de aplicabilidad de Star Wars le pareció a George Lucas muy natural, dijo algo así como que no le gustaba la idea de un mundo secularizado, y que su Star Wars era una forma nueva de contar historias de siempre…
Y logra lo que logran las buenas historias, dependiendo, además, de quién las lea… “Que la Fuerza te acompañe” hace redescubrir, hace volver a ver la profundidad de “Que la Gracia te acompañe”.
Lo mismo sucede en “The Lord of the Rings” de Tolkien, pero respecto de la Realidad la aplicabilidad de “Star Wars” es mucho más limitada. Puntos flojos de Star Wars son, hasta donde alcanzo a ver, la similitud de entidad entre el bien y el mal (hablar, por ejemplo de “lado oscuro” es hablar de algo que es lo mismo, y no de una negación), y el hecho de que la Fuerza es explicada como algo que proviene de la energía de todos los seres que existen, no dando, en ese sentido, un carácter trascendente a la “Fuerza”.
Sin embargo, Star Wars desde Episodio I “La amenaza fantasma” hasta Episodio VI “El retorno del Jedi” ofrece, además del consabido entretenimiento, posibilidades de profundas reflexiones. Hay conflictos económicos y hay discusiones políticas, pero detrás hay un Poder Oscuro, hay un conflicto entre la Luz y la Oscuridad, no se explica todo a través de los intereses económicos o de poder. El conflicto de Anakin es perfectamente asimilable a un conflicto religioso, y es desgarrador, y el problema de querer aferrarse a las cosas es también muy trabajado por Tolkien. Vimos a Anakin en todas las etapas de su vida, nos enterneció, nos emocionó, nos conmovió, nos estremeció… nos asustó… con Luke pudimos haber llegado a odiarlo y no odiarlo al mismo tiempo… y también con él nos vimos esperando su redención…
Cada vez que, de chico, iba a la casa de unos parientes reparaba en un cuadro que tenían en el living, se trataba de un paisaje y una cita bíblica “Hasta aquí nos ayudó el Señor” (1 Samuel 7, 12), lo que me provocaba alguna incógnita acerca de qué pasaría luego, es decir: hasta aquí perfecto… ¿y después? Ciertamente, luego comprendí que la cita llevaba implícita la confianza en que Él nos seguiría ayudando. Pero -al igual que en “…surgirán falsos cristos y falsos profetas, que harán grandes señales y prodigios, capaces de engañar, si fuera posible, a los mismos elegidos” (Mt. 14, 14) sobre lo que Castellani dice que (y explica, además, que ese “si fuera posible” es una enorme esperanza, porque entonces quiere decir que no es posible engañar a los elegidos, y ¿quiénes son los elegidos?...) los elegidos son los que eligen a Dios, los que eligen la Verdad- Dios nos acompaña si queremos que nos acompañe, Dios está con nosotros si queremos que esté con nosotros, “Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo” (Ap. 3,20)…
Un viejo sofisma, a esto lo cuenta Randle, dice “a ver, si Dios es todopoderoso… ¿por qué no es capaz de crear una piedra tan pesada que ni Él mismo pueda mover?” y la respuesta es una estremecedora paradoja ya que Dios ha sido capaz de crear esa piedra, que no es otra que el corazón humano.
El artista es alguien que ve algo donde el resto del mundo pasa de largo, luego lo lleva a su taller, lo transforma, lo elabora estéticamente y lo muestra, con la esperanza de que el resto del mundo lo vea. Por eso se puede hacer ese ejercicio de aplicabilidad a la realidad, porque esa obra artística no es hija de un capricho sino de la contemplación que el artista ha hecho de la realidad.
No sin temor reverencial hacia las palabras de la Escritura, me atrevería a pensar que esta gente de Star Wars debería tener en sus oficinas un cuadro, en forma apaisada, con uno de los tantos bellos paisajes que hay en los episodios I a VI, o bien, tal vez mejor, alguna de las bellísimas escenas finales del “Retorno de Jedi” con esta leyenda “Hasta el Episodio VI nos acompañó la Fuerza”, donde signifique literalmente hasta allí.
No se trata -digo, metiéndome a exégeta de Star Wars- de que la Fuerza los haya abandonado, sino de que ellos han abandonado la Fuerza, aunque, en realidad no parece que hubieran sido alguna vez entrenados en ella, ni que hubieran tomado mucho conocimiento de ella. A mí me parece que los nuevos Jedi, deberían ser entrenados no en la Fuerza sino más bien en la Inercia, porque es a la Inercia a la que le deben el éxito de este Episodio VII.
Cuando Catalina Dlugui presentó hace unos años el estreno de alguna de las películas de George Lucas, no la calificó en forma positiva, y dijo un poco desdeñosamente “una película en la que los fans aplauden desde los títulos iniciales”… Es que los títulos iniciales de Star Wars son para aplaudir -aunque, ciertamente, es bastante cuestionable la costumbre de aplaudir en el cine-: la Twentieth Century-Fox Fanfare compuesta por Alfred Newman en 1933, pero vuelta a grabar en 1954 (cuando John Williams era pianista de la Fox Orchestra) seguida por la gran música (compuesta en la misma tonalidad) de John Williams para los títulos iniciales constituye  un hito en la historia del cine.
Pero, cuando la misma Catalina Dlugui presentó hace poco el estreno de “Episodio VII, El despertar de la Fuerza” sus calificaciones fueron altamente positivas, “es una película hecha para satisfacer a los fans”, “tiene todo lo que los fans desean ver”, y cosas por el estilo.
-¿Y usted quiere que Catalina Dlugui entienda que las películas de George Lucas son  buenas y esta no? -Se supone que entiende de lo que está hablando, está en un lugar donde forma opinión -Ah bueno, si usted espera que los formadores de opinión le expliquen las cosas debo decirle que  está usted en serias dificultades.
Lo peor del asunto es que en algo había sido tremendamente veraz “es una película hecha  para satisfacer a los fans”. Y así fue expresamente hecha. Pero lo entendí después de ver la película.
El artista quiere que los otros vean lo que él ha visto, esperando, naturalmente, que disfruten con ello. Pero aquel que está más interesado en averiguar qué es lo que los otros quieren ver para luego ofrecérselos no es un artista. La obra artística es hija de la contemplación de la realidad, lo otro es hijo del marketing, más apropiado es llamarlo producto.
Se dice que para abordar una obra de ficción uno debe “suspender la incredulidad”, pero no se trata de que el lector o el espectador esté obligado a admitir cualquier cosa por el hecho de que sea ficción, tal vez por eso es que Tolkien discute esto, él dice que el artista debe dar a la obra una “coherencia interna” de manera tal que el lector admita algunos hechos como perfectamente posibles dentro de ese mundo.
Tremendo error de coherencia interna es por ejemplo que veamos a la heroína de la película enfrentar con total soltura a un Jedi, sin haber tenido ella el menor entrenamiento en la Fuerza, a ella le llevó solo unos momentos, en los que simplemente se dio cuenta de que tenía poderes, lo que a Luke Skywalker le llevó tres películas. Pero es parte del asunto, dar a los espectadores lo que se supone quieren (X-Wing, espadas laser, etc., etc.), y seguir la corriente, subirnos a la ola de lo que se entiende es el pensamiento correcto actual, y lo correcto, al parecer, es que ella se muestre autosuficiente y, además, sorprendida de que se le pregunte si está bien.
Y constituye esto la única explicación de la inusitada presencia de otro personaje, la Capitana Phasma. Nos cuenta la actriz encargada de ese papel: “Estoy absolutamente encantada de escuchar que la Capitana Phasma es la primera soldado de asalto femenina de cualquier rango, y por supuesto, estoy aún más emocionada de estar actuando ese rol. Es emocionante que algo tan icónico como Star Wars haya abrazado el futuro y la necesidad del mundo de equilibrar los géneros masculinos y femeninos. Es increíblemente emocionante para mí estar interpretando este papel y espero que inspire a generaciones de mujeres de todo el mundo a avanzar”.
Aires de vanguardia para unas ideas con las que uno se tropieza cada dos pasos. Hace más de cien años Chesterton reflexionaba acerca de los intereses femeninos y los intereses masculinos, mientras estos últimos se centraban en cuestiones políticas y laborales, las mujeres protestaban que “arreglaran el mundo” todo lo que quisieran pero que lo importante era el hogar, y que hubiera allí el dinero suficiente para mantenerlo… El mismo Chesterton decía que quedaba claro cuáles eran los intereses que habían ganado la discusión.
Es que esta gente, no contenta con salvar el mundo, extiende sus pretensiones de redención a estos mundos subcreados, festejando que Star Wars haya “abrazado el futuro”, gracias a ellos Star Wars ha sido, entonces, liberada de pensamientos anquilosados y retrógrados.
Mientras la religión nunca ha prometido un paraíso en la tierra, el pensamiento progresista sí lo ha hecho, pero posterga indefinidamente su concreción, colocándolo siempre en el futuro, al que se nos insta avanzar. Pero, paradójicamente, cuanto más hacemos caso de sus prédicas tanto más nos alejamos de lo que nos promete. Podemos maravillarnos por la existencia de máquinas que realizan tareas cuyos resultados son cada vez más sorprendentes, pero… ¿dónde está el tiempo libre y la felicidad prometidas? Ha sido abolida la esclavitud, pero… ¿ha sido abolida la esclavitud? Han sido abolidas las monarquías, hoy el mundo es, casi, una enorme Democracia, pero… ¿ha sido abolida la opresión? En el medio de la negrura de la Edad Media muchísima gente ha vivido sus vidas con una libertad que ni soñamos, pasando completamente desapercibidos al rey y a su gobierno… hoy usted nace (si lo dejan) y el gobierno ya le tiene preparada una agenda de la que no se librará hasta casi los dieciocho años, eso sí, aprenderá a leer y se enterará de cuan luminoso es el pensamiento progresista. ¿Dieciocho años dije? No sea haga muchas ilusiones, no se olvidará de usted tan fácilmente el estado.
No reniego de las máquinas, ni estoy a favor de los que no pagan los impuestos, ni digo que tengamos que poner una corona al presidente, lo que intento mostrar es cuán diferente es lo publicitado de lo obtenido.
Bastante superfluo es que venga esta gente de Star Wars VII a animar a las mujeres a avanzar cuando es una dirección a la que están, en la práctica, obligadas a ir. No son muchas las que pueden darse el lujo, aunque quieran, de quedarse en casa con los hijos, al frente del hogar. Enormes cantidades de mujeres de todo el mundo tienen que salir de su hogar, habitualmente no para vivir la libertad sino para obedecer órdenes, y no tanto por la mentada realización personal sino por la sencilla razón de que no dan los números, o por la tan sencilla como lamentable razón de que la estabilidad familiar es hoy una perla difícil de hallar, lo cual se debe, en gran medida, a que hombres y mujeres han bebido por igual de las venenosas aguas del progresismo.
Star Wars, de ser “una forma nueva de contar historias de siempre”, una forma de mostrar un atisbo de la Realidad que el artista ha obtenido de la contemplación, de la meditación, ha devenido en una película de aventuras con una elemental propaganda progresista.
Tal vez el único problema de esta película es que su nombre sea “Star Wars”, porque, después de todo, es muy entretenida, los efectos son fantásticos, etc., etc. Pero muchos no nos hubiésemos molestado en ir a ver, ni en tomarla en serio si su nombre hubiese otro. Probablemente las personas que la han realizado sean gente macanudísima que aman Star Wars, que las conocen muy bien, y que han puesto todo su empeño en su trabajo, pero, evidentemente no han comprendido, o bien no comparten, el fondo del tema. Es una película inspirada en la obra de Gorge Lucas pero que no tiene el mismo espíritu.
Es inevitable sentir que han usurpado el universo Star Wars, usurpación que, por cierto no ha sido gratuita…
En efecto, George Lucas vendió la franquicia a Disney en 2012, en principio iba a estar como asesor, pero se apartó al ver que la compañía no estaba interesada en ello. Tras el estreno de “Episodio VII, El despertar de la Fuerza” Lucas expresó, en una extensa entrevista realizada por Charlie Rose, que había vendido sus niños -como llama a sus seis Star Wars- a tratantes de blancas.
No quisiera que se tome el párrafo anterior como un sutil intento de inducir a pensar que G. Lucas coincidiría con lo que aquí se ha dicho, pero evidentemente la continuación que se dio a su historia lo ha decepcionado. Cierto es que al otro día se disculpó por la “inapropiada analogía”, diciendo, además, que había trabajado con la compañía Disney durante cuarenta años y los había elegido para custodiar Star Wars…
Por mi parte, antes de que la Oscuridad complete su aparente victoria en el mundo real y antes de que se siga extendiendo también en estos mundos subcreados, porque, al parecer, ni allí ha de dejarnos tranquilos, he de desearle a esta gente de Star Wars VII… que la Inercia los acompañe… ya que, según sospecho, la Fuerza no está con ellos… espero que algún día la encuentren…
Eso es, al menos, hasta donde mis ojos alcanzan a ver desde aquí, desde los bosques de la luna de Endor, conversando con amigos, estremecidos y a la vez confortados, sentados frente a un fuego crepitante, bajo las primeras estrellas, viendo a lo lejos otros fuegos, algunos de ellos parpadeantes a causa de unos ewoks que bailan y cantan a su alrededor, otros agitan cascabeles o golpean tambores…en su música resuena el eco de una verdad que trasciende todos los tiempos y que atraviesa todo el universo: la bondad tiene una belleza que la oscuridad jamás podrá entender sin desvanecerse…




1 comentario:

  1. Transcribo un comentario de Eduardo Segura, traductor y autor de obras sobre Tolkien, como por ejemplo “El camino a la Tierra Media” de T. A. Shippey y “El viaje del anillo” respectivamente. Luego de un vistazo al artículo me envió lo siguiente, enorme aporte que mucho agradezco:
    Una puntualización, si me permites, sobre lo que escribes (…) No creo que sean equivalentes la expresión "que la Fuerza te acompañe" y "que la gracia te acompañe". A pesar del evidente sentido de cierta trascendencia que muestra la noción de la Fuerza, la teología de Lucas es netamente panteísta. Por otro lado, la gracia no es una "cosa": desear que la gracia acompañe a alguien es desear la inhabitación de Dios mismo en esa persona. La Fuerza, por el contrario, "habita" sólo en los Jedis, por más que otros puedan reconocer su presencia o su bondad. La Fuerza nos habla de un universo maniqueo, mientras la gracia nos muestra un universo cuidado paternalmente: redimido, y no primariamente salvado (de manera inmanente) por las "causas segundas".

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