sábado, 2 de marzo de 2024

Hurto con devolución — Oración para después de la Comunión

 


A mediados de los 80, y de mi secundario, las dependencias parroquiales, en determinados horarios, caían bajo nuestra jurisdicción… y ni siquiera el memorable escritorio del cura Agustín quedaba exento de nuestro descaro adolescente.

Fue allí, en uno de los cajones que no tenían llave, donde encontré una antigua y pequeña impresión a un solo color, plegada a manera de librito. Tenía el rostro de Cristo en el frente y llevaba por título “Oración para la Comunión”, o algo así.

La leí y me pareció muy buena, era bastante extensa, de manera que me la quedé.

En aquellos años teníamos el recreo de la comunión, donde confluíamos gente de distintos cursos.

Gente con iniciativa… Sin que las autoridades del colegio anduvieran tras ellos, unos muchachos se habían organizado para dar solemnidad a aquellos breves minutos, de manera que había algunos que cantaban y uno que iba al impresionante órgano Hammond (que según tengo entendido, había comprado el cura Agustín con el asesoramiento de Gustavo “Koky” Satler, el de los Príncipes).

Conservo amigos de aquellos años, incluyendo al joven tecladista, al que convocamos enseguida para nuestro proyecto de música pop y al que casi despedimos inmediatamente cuando confesó que, en realidad, tocaba el acordeón…

Cuestión es que a la “Oración para la Comunión” la tenía a mano y la leía siempre después de comulgar.

Pasaron meses y la pobre estampita había quedado bastante deteriorada.

Fue ahí que me agarró un no sé qué… porque sabía que, probablemente, era una pieza única…

En esos días se me dio por preguntarle al cura León Kaúl qué le parecía esa oración… León Kaúl era ya un hombre mayor que solía estar también en Santa Teresita, en la primaria nos había pasado algunas películas con un proyector de cine.

Tenía cierta esperanza de que el cura me dijera “Bah, eso es una oración vieja…”, tras lo cual me la habría quedado definitivamente y sin problemas de conciencia.

Pero no, el cura la leyó, le pareció buena y dijo que estaría bueno hacer copias…

Con lo cual, inocentemente, el cura me cargó aún más…

¡Hacer copias! No estaba yo como para andar haciendo tales beneficencias, de manera que con cinta scotch plastifiqué lo mejor que pude la maltrecha oración y la dejé en el mismo lugar de donde meses antes la había sacado…

“Chau, loco, que la fotocopien ellos” podría traducir hoy mi confuso pensamiento de ese momento, y me fui con pasito de murga…

Pero, a esas alturas, sabía la oración de memoria… de manera que la seguí rezando por años…

Y, hace unos años, temí que algún día la memoria fallase, entonces decidí escribirla.

Hela aquí, pues, in memoriam también del cura León.

 Oración para después de la Comunión*

Oh Jesús mío, una vez más habéis venido a mi corazón y no sé si esta adorable hostia que acabo de recibir es la última de mi vida, si así fuere preparadme divino Jesús para el último viaje que ha de poner fin a mi destierro.

Temo la muerte, Señor, aunque por qué temerla si después de ella presiento una comunión sin velos y sin término; y sin embargo, al pensar que he de morir, todo mi ser se estremece porque son enormes y sin número mis pecados.

Oh Jesús Misericordioso os pido no permitáis que muera sin haber antes recibido el perdón de todas mis iniquidades y sin que mi corazón se haya inflamado en las llamas de la Eucaristía, ese fuego divino que la muerte respeta.

Si realmente es esta la última comunión de mi vida, recibid, Redentor mío, esta comunión en desagravio de todas aquellas en las cuales me he sentido falto de amor y devoción.

Permitid, al menos, Señor, que vuestra Misericordia separe los defectos de mis precedentes comuniones y concededme la gracia de llevar una vida fervorosa y siempre consagrada a vuestra mayor gloria.

Desde el fondo de mi corazón, oh Jesús mío, os pido no permitáis que yo ni mi familia ni las personas que más aprecio suframos la irreparable desgracia de morir sin habernos antes reconciliado con vos y fortalecido con el Santo Viático.

**Dignaos venir con Vuestra Santísima Madre a recoger nuestro último suspiro y a darnos vuestra bendición suprema. Defended con vuestra mirada nuestros últimos combates y rechazad con vuestra mano a todos nuestros enemigos.

Oh Jesús Eucaristía, Vos sois todo para mí, haced que yo sea todo para Vos, ahora y eternamente. Así sea.

 * escrita de memoria, puede tener alguna diferencia con la original
** desde aquí la oración original sigue en singular.