Algunas consideraciones sobre la tan
mentada ESI (Educación sexual integral)
Presento aquí como “Puntos de partida”, sin mayores
vueltas, cuáles son algunos de los puntos en los que, me parece, deberían coincidir
quienes se alleguen a esta tarea… Y digo esto a todo riesgo, soy consciente de
que algunas afirmaciones pueden llegar a parecer disonantes…
“Disonantes” por la sencilla razón
de que tales afirmaciones no suelen escucharse frecuentemente y, por lo tanto, suenan
como una nota fuera de la armonía del concierto social actual…
Por supuesto, lo más fácil, en ese
caso, sería desechar la nota discordante…
Pero, ¿y si la nota discordante
fuera la correcta? Tal vez convenga echarle un vistazo, y comparar con la Voluntad del Autor…
El Autor es, claro está, autor de la
Gran Obra, que trasciende todos los
tiempos… y es esa Gran Música
con la cual que tenemos que tratar de estar en armonía… porque es perfectamente
posible que el “concierto social actual”, no sea otra cosa que un desconcierto
y que esté, por lo tanto, algo extraviado de esa Gran Música.
Puntos de partida
1 Lo primero que, me parece, habría
que decir es que si esperamos encontrar los fundamentos de lo que tenemos que
enseñar en resoluciones números tanto,
barra nosecuánto… estamos perdidos.
Tenemos una herencia de siglos y
siglos de sabiduría a disposición… como para que nos sentemos a esperar
novedades oficiales para saber qué y cómo debemos enseñar… Nosotros somos los
que debemos saber… Es decir, al menos, tenemos que saber buscar la sabiduría donde está, y no donde no
está…
2 Por supuesto que debemos estar
atentos a lo que el Estado nos pide. Pero el hecho de que atendamos a lo que el
Estado nos pide, es porque hay leyes que cumplir. Como cuando pagamos los
impuestos: podríamos no estar muy de acuerdo con algún que otro impuesto, pero
los pagamos igual, a efectos de no tener problemas.
3 Pero ya que, tal vez, tengamos que
abordar obligadamente ciertos temas, hemos de pensar que acaso sea, en definitiva,
una oportunidad…
La Iglesia sostiene el principio de
subsidiaridad, en el sentido de que reconoce a la familia como primera
educadora —y el colegio sería, en ese sentido, una ayuda a esa educación—, por
eso se habla del derecho de los padres a elegir la educación para los hijos.
Ahora, el ejercicio de ese derecho se ve empañado por la triste realidad de que
hoy muchísima gente ha perdido notablemente el norte en estos temas.
De manera que es una oportunidad para ser luz para mucha gente. Y, obviamente, no
contradiríamos tal principio de subsidiaridad, antes bien, estaríamos ayudando
a los padres no solo en sus hijos, sino en ellos mismos. A no asustarse, somos
parte de la Iglesia, y ella es Madre y Maestra.
4 Ahora, si esperamos ser luz para
mucha gente…, hemos de preguntarnos ¿cómo
vemos nosotros estos asuntos? Si no, correremos el riesgo de ser “ciegos
que guían a otros ciegos”.
Atención a esto: si entendemos ingenuamente que la sociedad ha ido evolucionando, y que hay ahora una diversidad de puntos de vista sobre estos asuntos, y que nosotros,
en ese sentido, tenemos algo valioso
para aportar desde nuestro punto de
vista… para hacer, entre todos, una sociedad mejor… Insisto, si esa es
la forma en que vemos esto… entonces ya hemos perdido… y ya estamos fuera de
combate.
5 Sería una ingenuidad, en primer lugar porque lo que se ve en la sociedad no
es nada nuevo: las “nuevas” transgresiones son, en realidad, muy viejas, y son
mucho más antiguas que el cristianismo… Y, por lo tanto, no es casual que
reaparezcan ahora en una sociedad donde el cristianismo está siendo relegado a
ámbitos más bien privados. En todo caso, lo nuevo son los medios de los que se
dispone para hacer lo que desde las épocas más antiguas se ha hecho: un
estudiante que tiene una aplicación para proyectar un holograma que solamente
él puede ver (con sus aparentemente ingenuos anteojos de aumento) y copia, con
carita inocente, todo lo que debe responder en un examen… no ha hecho nada
nuevo, solo es una viejísima transgresión pero con un medio nuevo.
Y, además, (lo del punto 4) sería
una ingenuidad también, porque
(claro está, si somos responsables en lo que enseñamos) no podemos considerar
lo que nosotros decimos como un punto de vista más, ni podemos ofrecerlo a los
otros como una opinión más, como una
opción más que está al alcance de la mano, disponible para ser elegida… como
una mercancía en la góndola de un supermercado… a gusto del consumidor.
Sobre las cosas fundamentales, las
“opiniones” no cuentan… En ese sentido podríamos decir que nosotros no “opinamos”,
¿no son estos unos asuntos demasiado importantes como para andar “opinando”?
Soy consciente de que los anteriores
dos párrafos pueden ser difíciles de digerir… Por supuesto que la opinión
cuenta… pero solo mientras no distinguimos claramente lo que es de lo que no
es… Ahora, una vez que hemos visto claramente, la “opinión” deja de tener
sentido.
¿Y la opinión de los demás? ¿No hay que respetar las ideas de las otras
personas?
¿O hay que respetar a las personas?
Porque, sin lugar a dudas, a veces
no pueden hacerse ambas cosas a la vez. Si un amigo me dice alegremente que se
dirige a la ciudad de Canelones, Uruguay, y que tomará la ruta hacia Mendoza, porque
desde allí piensa cruzar inmediatamente a Uruguay… justamente, por respeto a mi
amigo es que debo no respetar su idea y decirle (con cuidado de no ofenderlo,
con amabilidad, etc., etc.) que no llegará, de esa manera, al lugar que piensa.
6 Por supuesto, decir que lo nuestro
es simplemente un punto de vista,
queda lindo, queda democrático, queda como intentar ser una parte constructiva
de un consenso a lograr… Y constituye una posición que, dentro de nuestros
ámbitos más o menos eclesiales, se asume como vanguardista… pero es una vanguardia que, sin dudas, ha quedado atrasada…
7 Porque esas “nuevas” ideas que,
hasta hace un tiempo, deambulaban tan campantes en la sociedad, tales como
“todos tenemos derecho a decir lo que pensamos”, “todos debemos poder
expresarnos libremente”, “nadie nos debe decir lo que debemos hacer, ni lo que
debemos pensar”… habrán sido “ideas nuevas” en algún momento, pero son viejas…
eran eslóganes que oíamos a mediados de los 80… y tampoco eran nuevos…
8 Eran eslóganes hechos para
intentar terminar de disolver lo
poco que quedaba de tradicional en
la sociedad, restos que quedaban muchas veces, ciertamente, bajo la forma de hipocresía… Pero es sabido que “la
hipocresía es un tributo que el vicio paga a la virtud”. Es decir, se da una
situación de hipocresía cuando el delincuente necesita simular honestidad para
poder desenvolverse en la sociedad, y eso es porque esa sociedad tiene todavía
a la honestidad como un valor positivo.
Ahora, cuando el delincuente no
necesita simular honestidad, porque en esa sociedad el delito ya no es
considerado delito… claro, ahí ya no hay hipocresía, porque ni siquiera es
necesaria, pero esa sociedad sería, entonces, mucho peor… habría descendido un
tramo más en su decadencia.
9 Esos eslóganes han colaborado a
desbancar, finalmente, y con bastante éxito, las enseñanzas tradicionales,
“dogmas”, según ellos, pero solamente para sustituirlos por otros dogmas… que se han vuelto ahora
universales e indiscutibles… e implacables…
Pero nótese que esos mismos
eslóganes, una vez que cumplieron su objetivo, han sido dados de baja. Ahora sí
(desde los mismos ámbitos donde antes se promovía tan mentada libertad) nos
dicen qué debemos pensar… Vaya uno a poner en dudas públicamente algunos de
esos nuevos dogmas…
10 Así que el asunto no es
simplemente que nosotros tengamos que ver qué dice la Iglesia sobre estos temas
porque estamos en una escuela católica… No es ese el punto…
El asunto es preguntarnos
sinceramente por el ser de
las cosas, es decir, ¿por qué las cosas son como son?... ¿Vamos a encontrar eso
en alguna resolución del Estado? ¿Vamos a encontrar eso en lo que digan los
legisladores? ¿Vamos a encontrar eso en el consenso social? ¿O en los
noticieros?
Ahora, si buscamos la respuesta en
la naturaleza de las cosas puede ser
que encontremos indicios… pero incluso eso no bastará… porque serán respuestas
insuficientes para los elevados interrogantes que tendremos… De manera que
habría que ahondar en esos asuntos, y, ciertamente,
si estamos interesados, la Sabiduría tendrá mucho para decirnos…
Oh, el amor, el amor...
Hay tres clases de amor. El amor de padres-hijos, es decir el amor filial;
el amor de hermanos o amigos, es
decir el amor fraternal; y el amor de hombre-mujer.
El mundo de la música está lleno de canciones
que hablan de amor y muy especialmente del amor de hombre-mujer.
—Y
sí… ¿de qué otra cosa querés que hablen… del aire, del equinoccio, de los
campos magnéticos?
Podría ser, hay un músico que tiene
canciones que hablan de esas tres cosas… bueno, no “hablan”, son
instrumentales.
Pero sí, es entendible que
muchísimas canciones hablen de amor. Es que el amor lleva a la poesía… porque
cuando alguien se enamora, trata de traducir su corazón en palabras y, de
alguna manera, siente que dirá algo que nunca nadie ha dicho… Y resulta que, si
lo escribe, después se da cuenta de que lo que escribió ya había sido dicho por
otros, cientos de veces y mejor...
Pero lo escribe igual. ¿Por qué? Por
la simple razón de que no está buscándose a sí mismo sino que su mirada está
puesta en los ojos de la persona que ama. Lo escribe, por la misma razón de que
en una noche estrellada puede mirar al cielo y maravillarse, sin interesarse en
hacer una descripción llena de ingenio… No quiere ganar un concurso de poesía
¿a quién puede importarle eso? Lo que quiere es manifestar que está
maravillado.
Pero a pesar de que diga lo mismo
que poetas de otros tiempos, puede que el poeta de hoy se convierta en algo de
excepción…
Porque aquellos que hoy se atrevan
de hablar de amor verdadero se darán cuenta de que a su alrededor empezará a
producirse una especie de silencio suspicaz, ese silencio que se hace frente a
un ser extraño. Porque, aunque del amor se haya hablado en todas las épocas,
hoy difícilmente se habla de él relacionándolo con el misterio y con la
eternidad, eso hace que se mire con perplejidad, y más bien con una gran
desconfianza, a quien hable de amor verdadero.
Como zapallo en carro
Es sabido que los seres humanos erramos
y vamos de un lao pal´otro, de extremo a extremo… y la virtud es el punto medio entre dos vicios, entre dos extremos. Por
ejemplo, la persona que en su vida obra como debe obrar no actuará con cobardía (que es cuando nos gana el
miedo) ni con temeridad (que es
actuar sin pensar en las consecuencias negativas), sino con prudencia, y con valentía llegado el caso.
La cobardía y la temeridad son
extremos, son males. La prudencia, y
cuando es el caso, junto a la prudencia,
la valentía, son el punto medio.
¡Ojo! ¡No confundir con mediocridad!
La virtud NO ES el punto medio entre el
bien y el mal, sino el punto medio entre dos males.
—Ajá,
pero la clase iba a ser de otra cosa… ¿qué tiene que ver el jabón con el hilo
negro?
Una innumerable cantidad de canciones,
poesías, obras de teatro, etc., etc. reflejan sentires que van de un extremo a
otro [no
estamos hablando de cobardía y temeridad, eso era solo un ejemplo], y a veces, en realidad, tras la
apariencia de amor se esconde una idea equivocada del amor. Lo cual no es necesariamente
un error del autor. A veces sí, pero no necesariamente. Puede un autor de una
obra de teatro, por ejemplo, componer un personaje que tenga esas
características, que tenga un sentir que no es amor, aunque diga que lo es.
—Ah,
mirá que interesante…
Che, ¿vos vas a comentar todo acá?
—Decía
nomás...
Así que las equivocaciones tienen
que ver con ideas sobre el amor que van de un extremo a otro. ¿En qué sentido?
Veamos. Un extremo podría ser cuando el enamorado es alguien que piensa excesivamente en lo bien que se siente
él e identifica eso con el amor. Entonces el día que no se sienta bien… se
terminó el amor.
—Y,
en realidad, es egoísmo.
Exactamente. Esa equivocación es
bastante fácil de identificar.
Ahora, esta otra es un poco más difícil.
El enamorado ve a la chica (o al revés, claro) como un ser absolutamente
maravilloso, absolutamente increíble, perfecta, etc., etc.
Contaban de un cura que cuando un
muchacho iba y le decía “Padre, estoy de novio y me pienso casar”, “Muy bien,
te felicito —decía el cura—. Decime algo de los defectos de tu novia”,
“¿Defectos? ¡Ninguno! Ella es simplemente perfecta”, contestaba el otro.
“Entonces no te podés casar”, decía el cura. “¿Por qué?”, preguntaba el otro.
“Porque entonces no la conocés”, respondía el cura.
Es cierto que todos somos seres maravillosos, porque somos únicos e irrepetibles,
pero también es cierto que todos estamos
llenos de defectos.
—Esa equivocación, entonces, tiene
que ver con idealizar a la otra persona.
Exactamente. Pero ahora vamos a ver
otra equivocación que es mucho más sutil, mucho más delicada, mucho más
espiritual… y tal vez sea en la que más frecuentemente caigan los poetas
enamorados… o los enamorados devenidos en poetas… Al principio veamos el amor verdadero.
El
enamorado sabe que es un ser humano y que tiene defectos, sabe también que su
enamorada es un ser humano y que también tiene defectos, él la ama y quiere que
ella esté bien, y ella lo ama y quiere que él esté bien…
—Hasta
ahí venimos una pinturita.
Sí. Incluso se han comprometido.
Porque quien no es capaz de amar para
toda la vida no es capaz de amar ni un solo día. Hasta ahí no hay dudas de
que es amor verdadero...
Pero
ahora viene la equivocación.
Qué pasaría si él orienta TODO SU SER hacia ella y que nada tenga sentido sin
ella. Qué pasaría si ella orienta TODO SU SER hacia él y que nada tenga sentido
sin él. Qué pasaría si ese AMOR entre ellos es TODO, y que sin ese AMOR nada tiene
sentido para ellos… Es terrible. Lo
mismo puede suceder cuando una persona se enamora de alguien que, por alguna
razón, resulta imposible y al enamorado le parece entonces que nada tiene
sentido sin ese amor. Eso es un terrible
error.
—Pero
no parece que hubiera dejado de ser amor…
No es que simplemente dejó de ser
amor, es un amor que ha sido convertido en una deidad, y sabes lo que significa:
considerar como un dios a algo que no lo es. Eso algo monstruoso y es algo extremadamente
peligroso.
—Se
pudrió todo. El amor es una porquería.
¡Pero no seas papanatas! El amor es
algo maravilloso. Lo que es horrible es su corrupción. “La corrupción de lo mejor es lo peor”.
—Dicen
que del amor al odio hay un solo paso.
No es verdad. No hay un solo paso
sino más bien un abismo. El amor y el odio están a una distancia infinita. El
odio puede estar a un paso del egoísmo, pero no del amor. Lo que sí es cierto
es que muy cerca del amor está el sufrimiento. Si amas a alguien que no te ama,
sufres. Si a alguien que amas le pasa algo malo, sufres… Eso es inevitable. Y
así ha sido desde hace miles y miles de años en este mundo…
—¿Por
qué?
Porque en este mundo hay vestigios de cosas maravillosas, que han
quedado, como restos de un naufragio, signos de que existe en algún lugar una
completa felicidad para nosotros, aunque aquí no la podamos alcanzar. El amor
es uno de esos signos.
—¿Pero
cómo hace uno, entonces, para que el amor sea como debe ser y no se vaya a esos
extremos?
Tal vez si te enamoras de una chica
y, pensando en ella, escribes algo como esto… “Cuando miro en tus ojos puedo ver un atisbo del Cielo, qué fácil es
para mí considerarte divina*, pero considerarte una divinidad sería convertir
nuestro amor en un demonio, sin embargo, sabiendo que eres lo que eres, una
compañera de destierro, agradecido estoy al Señor, por haberte hallado, juntos
caminaremos a la tierra soñada, nuestro hogar eterno, más allá de todos los
mares, más allá de todos los montes nevados…”. Porque entendiéndose
mutuamente de esa manera, sabrán perdonarse los defectos y podrán tenerse
paciencia, además de ser conscientes de que el amor que se tienen es un don, un
regalo que no es más que un signo de que hay una felicidad eterna, a la cual
todos estamos llamados.
—¿Estamos
destinados a una felicidad eterna?
No dije “destinados”, dije
“llamados”… Estamos llamados a una felicidad
eterna.
—Me
gustó la frase esa que dijiste antes, eso de los ojos y lo del “atisbo del
Cielo” y todo eso… ¿Y si en vez de escribirlo se lo digo?
Mmm… Qué se yo… Es bueno tener eso
en mente, y es bueno que charles con ella de estas cosas, pero… claro, no es
para decírselo ni bien conoces una chica, esto no es para el primer día que la
veas…
—¿Y
para el segundo? …
*[acá “divina” no quiere decir “linda” sino
“deidad”, lo “divino” es lo relacionado con Dios o con dioses]
Oh, el amor… algunas
reflexiones adicionales
Respondiendo objeciones
Las clases de amores… y otras clases de amores
Las tres clases de amores (padres-hijos,
hermanos/amigos, y de hombre-mujer)
que hemos dicho, son eso: "tipos" o "clases" de amores.
Entonces, por una parte, hay que decir que, por ejemplo, el afecto de los abuelos o de los tíos
pertenece a la misma clase que el que se tiene por los padres, lo que no significa que sean lo mismo, por supuesto. Algo
parecido sucede con gente que uno conoce y aprecia, si es gente de la misma
edad de uno, el afecto será similar
al de la amistad, si esa gente es
mucho mayor que uno, probablemente se asemeje, aunque sea lejanamente, al
afecto hacia los padres, abuelos, tíos... Toda esta aplicabilidad está dentro del
orden natural de las cosas.
Pero, por otra parte, también puede suceder que uno aplique esas formas de
amor a otras cosas o seres. Por ejemplo, una persona puede tener a su perrito
como si fuera un hijo, y lo trata como tal, hasta el punto en que en su psicología
"es" un hijo (por supuesto,
hasta algún punto es entendible que a un perrito se lo trate como a un chico,
pero hasta algún punto... acá estoy describiendo un caso exagerado, es solo un
ejemplo). Tal vez esa persona puede decir que esa es otra clase de amor,
pero, lo que hace, en realidad, es aplicar el amor padre-hijo a su mascota.
Pero la realidad es que no es un hijo, es un perrito.
Otro ejemplo (solo un ejemplo
también), un chico podría enamorarse de una
chica-que-es-un-personaje-de-una-novela, no es que piensa llamar por teléfono a
la actriz que hace de ese personaje, no le interesa la actriz, él está
enamorado del personaje, una chica que no existe… dice que él la quiere mucho,
que es linda, que es buena, que es perfecta y que como no va a encontrar en el
mundo real una chica como esa, él está enamorado de ella. Entonces reclama que
hay otra clase de amor, que sería el de chico-mujer-pero-personaje-de-una-novela. Pero lo que hace, en realidad,
es aplicar la clase de amor hombre-mujer, ese tipo de afecto, a un personaje.
Pero la realidad es que no es una mujer, sino un personaje, una chica que no
existe.
En los ejemplos anteriores uno
podría decir ¿es lindo tener un perrito y tratarlo bien, quererlo mucho y
disfrutar de la compañía del perrito? Sí, es lindo… pero ¿hasta qué punto hace
bien que uno lo crea verdaderamente un hijo? Uno podría decir ¿es lindo leer
una novela, identificarse con los personajes? Sí, es lindo… pero ¿hasta qué
punto hace bien que uno se enamore de un personaje? En ambos casos se produce
un engaño a sí mismo que, más tarde
o más temprano, significará sufrimiento. Porque está aplicando una clase de
amor a algo que no puede aplicarse
sin que signifique un engaño (y puede llegar a ser un engaño grave)… que, más
tarde o más temprano, traerá sufrimiento.
¿Pero
son solo esas tres clases de amores?
El gran Clive Staples Lewis, el
autor de Crónicas de Narnia y de otras muchas obras, habla de cuatro amores en su libro,
precisamente, “Los cuatro amores”, agrega el amor-caridad, teniendo en cuenta
el aspecto sobrenatural del amor.
Pero
hay quienes dicen otra cosa. Lo que dicen es que, además de los tres amores,
existen otras variantes. Sin embargo…
Nuestro mundo, nuestra naturaleza,
está dañada desde el principio de los tiempos, pero, a pesar de ese daño, se
nota un orden, el orden natural que
mencionamos más arriba. Es un orden que se nota en todo, desde las órbitas de
los planetas hasta en la estructura de un átomo. Ese ordenamiento que tiene la
naturaleza no está en nuestra contra sino a nuestro favor. Y, además, ese
ordenamiento no es algo que simplemente “funciona” como si fuera una máquina
compuesta por muchos engranajes. Ese ordenamiento no es algo frío como eso, sino
que tiene una calidez comparable al afecto de una mamá que ha preparado una
habitación esperando el nacimiento de su hijo. Si ahora pensamos en una mamá
que está preparando una merienda a su hijo que se va a pasar el día a un paseo…
seguramente le va a preparar algo que al chico le guste, porque si no le gusta
probablemente pasará el día sin comer.
De esa manera, con esa calidez del
amor de madre, en la naturaleza parece estar todo pensado para que la humanidad
sobreviva, como de hecho ha sucedido, por miles de años.
Si está todo pensado es porque
Alguien lo ha pensado. Es decir, Dios, en su infinita bondad e inteligencia, ha
hecho todo para nuestro bien. De esa manera, las personas de todos los tiempos
se han alimentado, y se alimentan, pero no pensando en que deben sobrevivir, sino
porque tienen hambre, porque les gusta la comida, porque se juntan con amigos o
con la familia, es decir, es algo que hacen naturalmente. De la misma manera,
las personas se enamoran, se casan, tienen hijos, y los hijos después les dan
nietos, etc., etc.
Claro, una persona podría rebelarse
contra ese orden que está pensado para su bien y hacer otra cosa. Por ejemplo,
nosotros estamos hechos para caminar con los pies, pero alguno podría decir “yo
quiero caminar con las manos”, y tal vez, más o menos camine… Por supuesto, se
encontrará con muchísimas dificultades, entonces protestará que todo en la
sociedad está hecho para los que caminan con los pies y que él quiere caminar
con las manos… Entonces, a fuerza de protesta tal vez logre que le acomoden
todo a su alrededor para que pueda caminar con las manos sin que nada le
moleste…
Pero… de todas maneras, más tarde o más temprano, eso significará sufrimiento, por
la esclavitud a la que lo habrán llevado sus propios caprichos. Porque al
principio se sentirá libre porque hace lo que él quiere a pesar de lo que diga
la naturaleza… pero lo que le dice la naturaleza es por su bien. Más tarde o
más temprano se dará cuenta de que la libertad estaba en caminar con los pies.
Lo anterior es un ejemplo que nos
sirve para entender lo siguiente: La
naturaleza de las cosas representa un orden objetivo. Cuando se trata de
ejercer la libertad fuera de ese orden objetivo se cae en un desorden grave que
atenta contra la misma libertad, este desorden aparta de lo real y produce
en el que cae en él un condicionamiento tan atroz que hace padecer una
verdadera forma de esclavitud.
Hay
quienes dicen que el amor no se puede definir, que cada uno lo ve como algo
distinto, entonces cada uno tiene su opinión. Sin embargo…
A la opinión hay que confrontarla
con la realidad. Un mismo objeto, una misma realidad, puede ser vista por
varias personas. Cada una de ellas tendrá su punto de vista. Cada una de ellas
tendrá, entonces, su opinión.
¿Hay que respetar todas las
opiniones?
¿O hay que respetar a las personas?
A veces no pueden hacerse ambas
cosas a la vez, pero es indudable que hay que respetar a las personas. Si un
amigo me anuncia alegremente que estrellará su frente contra una pared de cartón,
pero yo veo claramente que esa pared es de cemento… por respeto a mi amigo, y
sobre todo por el aprecio que como amigo le tengo, debo necesariamente no
respetar su opinión y advertirle que yo veo claramente que esa pared no es de
cartón sino de cemento.
Pero
hay quienes insisten que no se puede definir el amor.
Sin embargo…
Que algo nos parezca difícil de
definir no quiere decir que no haya definición. Que algo pueda ser visto de
distintas maneras no quiere decir que ese “algo” sea cualquier cosa. Y si ese
“algo” es eso y no cualquier cosa, quiere decir que, de alguna manera, debe poder
decirse qué es y qué no es.
Una mamá que deja a su hijito en el
jardín: el chico “siente” que su mamá lo ha abandonado, y la mamá “siente” que
se le parte el corazón por ver al chico llorando, son dos puntos de vista. La
mamá entiende que es por el bien del chico, que, en algún momento, debe superar
el separarse de ella. Lo que hace es porque quiere el bien de su hijito. Y eso
es amor.
Hay
quienes dicen que uno tiene que hacer lo que “siente”.
Sin embargo…
Lo que a uno le gusta, lo que a uno
le parece, lo que uno siente… no es garantía, no es criterio suficiente, las
cosas no se convierten en buenas solo porque nos gustan o porque sentimos que
son correctas… Hay que recordar que nuestra naturaleza está dañada y nuestras percepciones
pueden engañarnos. Un árbol determinado puede dar un fruto que puede parecernos
de aspecto y sabor agradables y que, sin embargo, sea dañino.
El “sentimiento” es algo que medio
que hace "lo que quiere", incluso al margen de la persona que lo
siente... Es decir, alguien puede "sentirse enamorado" de una persona
que ni conoce y que acaba de atenderlo en la panadería, casi de la misma manera
en que puede sentir que debería darle un golpe de puño al colectivero, porque
tiene una cara que no le cayó bien... Pero una persona que siga ciegamente esos
sentimientos no será una persona libre, sino que sería esclava de sus propios
sentimientos, sería como actuar por instinto, como un animalito. Por algo las
personas tienen la cabeza por sobre el corazón, es decir, la inteligencia debe
gobernar los sentimientos.
También puede suceder que ese
sentimiento persista, que no sea algo pasajero (“pasajero”, ¡como el que subió
al colectivo!), y que un muchacho en verdad se enamore de la chica que lo
atiende cada vez que va a la panadería... Y puede suceder que, por distintas
razones, se trate de un amor imposible; puede suceder incluso que ambos estén enamorados
y que hubiera razones por las cuales no sea bueno hacer caso a ese sentimiento.
En esa circunstancia, porque ese sentimiento es en sí algo con apariencia
agradable, es fácil confundirlo con una divinidad, y si uno lo confunde con una
divinidad, está claro que le ofrecerá sacrificios... es decir, nada importará,
y podrán destruir sus vidas con tal de rendir culto a esa divinidad, a ese sentimiento
(a ese “estar enamorados” que parece estar por sobre todas las cosas).
Por eso, por más que sea un
"sentimiento hermoso", a veces no es posible y siempre es necesario
el gobierno de la inteligencia para obrar con verdadera libertad. Por supuesto,
esto puede parecer algo de una absoluta frialdad, pero en realidad se trata de
un amor más elevado, que, además, incluye un verdadero amor hacia esa persona
de la cual estaba enamorado, porque sabe que le hará un bien renunciando a ella.
Ese "amor más elevado"
(ante el cual el enamorado que quiere obrar bien ofrece como sacrificio su
propio dolor a causa de un amor imposible) en el que se fundamenta la decisión
de obrar bien (es decir, de acuerdo a la Bondad y a la Verdad) es un Amor que
está más allá de los límites del tiempo, y que hace que se perciba el carácter
superficial y efímero (precario, perecedero, fugaz) que tienen algunas cosas en
las cuales ponemos equivocadamente nuestras esperanzas de felicidad.
De alguna manera, muchas veces los
seres humanos somos como niños pequeños, que a veces quieren algo que no es
bueno para ellos y lloran cuando les es negado. La que a un niño pequeño le
niega lo que quiere suele ser su madre, y lo hace porque lo está cuidando y
quiere el bien para él. Si el niño fuera capaz de un acto de madurez se daría cuenta.
Cualquier persona que se preguntara
seriamente, se daría cuenta de que hay un diseño en la naturaleza y de que hay
Alguien detrás de ese diseño. Y si esa persona siguiera buscando la Verdad en
todo, no sería para nada extraño que llegara a darse cuenta de que es ese Alguien
quien sostiene en el ser a todas las cosas, que nos ama y que quiere nuestro
bien.
De esa manera, cualquier persona
podría ser capaz de ese acto de madurez que lo llevará a aceptar que no todo lo
que “siente” como un bien, realmente lo sea.
En ese sentido, si uno busca a
tiempo completo el "sentirse bien", se verá decepcionado, pero si uno
busca "obrar bien", obrar con bondad… el "sentirse bien"
llegará, finalmente, como añadidura.
Finalmente, para tener en cuenta quienes
encaren un Proyecto de Educación Sexual Integral
Algunos comentarios:
Alguien podría citar, en determinado sentido, aquello del Concilio Vaticano II, sobre «una positiva y prudente educación sexual»…
Es sabido que a principios del siglo
XX, la educación (también la educación religiosa) se había vuelto excesivamente
moralista y, sabido es también que, con el ceño fruncido, se ponía un exagerado
acento en el temor… Es lamentable que suela tomarse eso como “enseñanza
tradicional”, cuando no era sino una caricatura de ella.
Pero otra caricatura, situada en el
extremo opuesto, sería que, por intentar ser positivos, por intentar ofrecer un
rostro simpático… (la simpatía muestra que se está con el otro, que se siente
con el otro…), uno no se atreva a mostrar el camino que debe mostrar.
Ni ceño fruncido, ni adulación de
los errores… punto medio: mostrar el camino con un rostro amable… “Amable”, que
puede ser amado, digno de ser amado…
Amabilidad, entonces, no es no
contradecir al interlocutor por temor a que se ofenda y se vaya… Amabilidad es
decirle la verdad (con prudencia, obviamente) y, ahí sí, acompañarlo en el
dolor que puede sentir por saberse en el error… Pero la caridad (amor) está en
mostrarle el camino… no en ocultárselo.
Hay una tendencia a intentar mostrar
que “no estamos en contra del progreso”.
Eso, dicho así, sin rotundos
“depende”, es una tontería olímpica.
Como todo el mundo sabe, “progresar”
es “avanzar”. Sí, pero… ¿avanzar hacia dónde? Primero hay que averiguar hacia
dónde se está yendo, y después vemos si estamos a favor o en contra.
Porque, claro, hay verdades que
resultan incómodas, hay verdades que son “piantavotos”, hay verdades que son,
como la cruz… “escándalo para los judíos
y locura para los paganos” (Cf. 1 Cor. 1, 23).
Pero, justamente, esas verdades son
las que nos hacen la “sal de la tierra”.
“La
locura de Dios es más sabia que la sabiduría de los hombres” (Cf. 1 Cor. 1, 25).
Un ejemplo de una “verdad incómoda”
En estos asuntos, una de esa clase
de verdades incómodas es la clara distinción que debería hacerse entre noviazgo y matrimonio…
Su sola mención puede provocar más
de un “¡Ah, bueno…!”.
Izar la bandera de que ciertos temas
corresponden exclusivamente al amor entre hombre
y mujer, se ve ya como una osadía en estos tiempos… Pero hablar de qué pertenece
al noviazgo y qué al matrimonio da
hoy la impresión de estar intentando defender lo indefendible.
El cura Menapace decía, con
admirable simpleza, que “el noviazgo es
la etapa del cariño”… y que toda demostración de afecto que fuese más allá
de eso era ya terreno del matrimonio.
¿Por qué semejante cosa? ¿Por qué
esa represión? ¿Por qué no dejar que los sentimientos sean libres?
¿Por qué confinar la satisfacción
del deseo sexual al matrimonio? Una chica y un muchacho, que andan de novios,
que se quieren… ¿qué tiene de malo? Parece bastante razonable la pregunta…
No
pasó mucho tiempo
desde que se admitió que no era necesario el matrimonio hasta que se admitió
que tampoco era necesario el noviazgo… Una chica y un muchacho, que se ven por
primera vez… y coinciden en su deseo del uno por el otro… ¿qué tiene de malo?
Lo que le da el sello de “moralmente admitido” es esa
coincidencia, claro… Porque “los derechos
de cada uno terminan donde empiezan los derechos de los demás”... Eso es
andar por las cumbres de la moralidad del mundo, el consenso… ¡ah, el consenso!... entonces, “si están todos de acuerdo
y nadie sale lastimado”…
Claramente, no ha pasado ningún tiempo desde que se admitió que no era necesario
el noviazgo, para que se admitiera que tampoco es necesario que sean una chica
y un muchacho, ni que sean solamente dos…
Recurrir al orden natural no ayuda
mucho en este caso, porque puede dar la impresión de que lo natural sea la satisfacción
del deseo sexual.
Mucho hay que andar para mostrar lo
contrario: conveniencias emocionales, psicológicas… y hasta sociales y
económicas… Se podría estudiar muchísimo y escribir muchísimo desde distintas
ciencias… y, después de andar a tientas por sinuosos y oscuros caminos, llegar
a la conclusión de que por algo habrá
sido que se nos había dicho lo que se nos viene diciendo desde hace siglos…
Y lo que se nos viene diciendo desde
hace siglos es que la naturaleza está dañada desde el principio de los tiempos;
y, por esta razón, aquellas indicaciones, aparentemente contrarias a la
libertad, nos liberan de males enormes, de esclavitudes y aberraciones.
El seguimiento de esa antigua y siempre nueva Sabiduría hace
que la unión de los cuerpos en el matrimonio venga a completar (o a formar
parte de) una unidad que ya han alcanzado en espíritu esas dos personas…
Y esa unidad es absolutamente
impensable para quienes están juntos por una mera coincidencia de mutuos
deseos. Antes bien, estar con alguien por la satisfacción que proporciona es
perfectamente compatible con el desprecio
hacia esa persona… Porque se está pensando en el propio bien, no en el bien del
otro… Lo cual no es amor, entonces, sino egoísmo.
Claro que el sexo forma parte del
amor hombre-mujer, pero hay quienes identifican (esto es, entender que son lo
mismo) belleza con atractivo sexual, amor con deseo, y felicidad con
satisfacción… Lo cual muestra el resultado de la completa inversión de la
figura humana, quien gobierna no es la inteligencia sobre los sentimientos y
las pasiones, sino que las pasiones conducen, los sentimientos las siguen, y la
inteligencia viene a tratar de justificar, diciendo que es un ser humano libre…
cuando, en realidad, es esclavo.
Algo más relacionado con estos temas, invito ver, en este mismo blog, los
siguientes artículos (mucho más breves que este):
Esta modernidad… (so bright, so dark…)Hay quienes creen que estamos en el mejor momento de la historia, porque ven que la humanidad ha llegado al punto más alto del progreso, y, según ellos mismos, al punto más alto también de la inteligencia… Lo creen incluso aunque estén abrumados por muchas preocupaciones…
Tener un árbol, plantar un libro y escribir un… no, ¿cómo era?La fecundidad, lejos de ser considerada una bendición a agradecer, es, en estos tiempos, muy frecuentemente juzgada como una maldición de la cual hay que protegerse…